El
estoicismo.
La filosofía
estoica intenta responder al mismo problema que el epicureísmo, con el cual
tiene más de un punto de contacto: cómo conseguir la felicidad en un mundo que
se derrumba. Y su respuesta tuvo una enorme proyección histórica. Desde su
creador, Zenón de Citio (336-264 a .C.) el estoicismo tuvo seguidores en
Grecia durante dos siglos más y penetró en la filosofía del Imperio Romano, con
autores tan importantes como Séneca, Epicteto y Marco Aurelio, influyendo
también en el cristianismo naciente. Aunque tuvo diversos enfoques en todo ese
tiempo, siempre conservó un principio fundamental: la felicidad se consigue
viviendo conforme a la naturaleza, y esa naturaleza es el universo entero, que está
regido por el logos o razón universal.
Se trata de
integrarnos en la armonía del universo, cosa que solo la sabiduría puede
lograr. La virtud estoica consistirá, por consiguiente, en adecuar nuestra
razón a la razón del universo, que está penetrado por semillas racionales que
dirigen todo lo que sucede. Se trata de lo que podemos llamar una especie de
panteísmo: no es que exista un dios que dirige el universo, sino que el mismo
universo es dios. Todo lo que sucede necesariamente debe suceder y el sabio debe
aceptar esa necesidad con serenidad y sin turbación de su alma: es la apatía
estoica. Una frase de Séneca resume esta actitud del sabio: “el destino conduce
al que quiere y arrastra al que no quiere”. El destino siempre va a cumplirse:
la diferencia para el hombre consiste en resistirse a él, lo cual nos provoca
más sufrimiento, o aceptarlo de buena gana, lo cual nos trae felicidad.
Lo cual no
significa mera resignación o pasividad. El sabio estoico se integra en el
mundo, inclusive en la actividad política (Séneca fue preceptor del emperador
Nerón), pero sabiendo que su razón individual está en función de una
racionalidad que impregna el universo entero y con la cual debe armonizar su
vida. Nada de lo que le suceda será fruto del azar y por lo tanto no existe el
mal propiamente dicho: lo que nosotros consideramos negativo no es más que el
resultado de nuestra ignorancia, puesto que no podemos comprender cómo se
integra ese fragmento de nuestra vida en la razón del universo.
Además de la
ética, los estoicos hicieron importantes aportaciones en lógica y teoría del
conocimiento, que sentaron las bases de los estudios futuros de gramática.
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