martes, 25 de noviembre de 2014



El mito de la caverna

I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.
Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)

jueves, 6 de noviembre de 2014

jueves, 2 de octubre de 2014

MÉTODO DE SUBRAYADO Y ESTUDIO.


Mi lema es: tema dado, tema subrayado. Lo ya explicado en clase debéis subrayarlo ese mismo día al 80-60%. Debe subrayarse al 80-60% para que quede todo lo importante. Un buen subrayado comienza con una lectura completa donde no se para (aunque no se entienda) hasta el final. En la segunda lectura vamos seleccionando lo que pensamos que subrayaremos usando llaves o corchetes a lápiz para señalizarlo, lo leemos, y cuando estemos seguros, subrayamos. Debe estar todo lo importante y tiene que quedar bien redactado (aunque haya que poner algo al margen). Antes de subrayar debemos entenderlo todo, buscar términos que no comprendemos....Este primer subrayado lo haréis con regla y rotulador de punta media color azul marino, morado, marrón o verde botella. Luego, a ser posible al día siguiente u horas más tarde, leyendo sólo lo subrayado, haremos un subrayado del 20%. Esto os permitirá dominar el tema, tener claro lo esencial y poder repasarlo con facilidad. Y hecho y esto, rodearemos con un círculo las palabras clave, que pasaremos a una ficha. Tenéis que leer una vez el 80%, cuatro veces el 20%, intentar recordar con la ficha el 20% y después el 80% y luego releerlo para comparar. La operación se repite hasta que esté todo memorizado, lo que se comprueba escribiendo el tema o grabando en audio y comparando con los apuntes.
SÓCRATES

SÓCRATES: PRESENTACIÓN (470-399 a. C.).
Sócrates, que se sepa, no escribió una sola línea y sin embargo es uno de los filósofos que dividen en dos la historia del pensamiento: antes de Sócrates y después de Sócrates, como sucederá mucho más adelante con Kant. Según su propia expresión, su misión era comparable a la de un tábano que pica al caballo para mantenerlo despierto: aguijoneando a los ciudadanos de Atenas para impedirles dormir satisfechos de su ignorancia.
Sócrates fue hijo de una comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates, aparte de que participó como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422). Fue amigo de Aritias y de Alcibíades, al que salvó la vida.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre él procede de tres contemporáneos suyos: el historiador Parte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón. El primero retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde se le identifica con los demás sofistas y es caricaturizado como engañoso artista del discurso.
Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa.
Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates un hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo modo que se como le atribuye también un aspecto desaliñado.





Se podría calificar a Sócrates como un sofista disidente, ya que comparte con los sofistas muchos rasgos de su pensamiento: su interés por los temas antropológicos, éticos y políticos, su dedicación a enseñar a los jóvenes -si bien se enorgullecía de no cobrar por sus enseñanzas-. Pero se separa de ellos en lo que se refiere al relativismo y escepticismo de los sofistas: Sócrates busca incansablemente verdades absolutas que fundamenten las decisiones morales y políticas, no acepta que la filosofía se reduzca al “arte de persuadir” y por lo tanto renuncia al arte de elaborar bellos discursos que convenzan a los ciudadanos.
Detrás de todo ello existen, sin duda, razones políticas. los sofistas eran los filósofos que demandaba la nueva sociedad democrática. Pero Sócrates ha tenido tiempo de desilusionarse de la democracia ateniense: después de las guerras del Peloponeso y la dictadura de los llamados Treinta Tiranos, proliferan las conspiraciones y la lucha de intereses personales, corrompiendo el régimen democrático de los primeros tiempos del siglo de oro (el siglo V a.C.). Probablemente Sócrates añora el antiguo esplendor de la polis y trata de restaurarla buscando un fundamento filosófico sólido que la decadencia y el oportunismo de los tiempos no le ofrecía. Y la consecuencia política de ese intento es su defensa de un régimen aristocrático, que no se refiere a la aristocracia que proporciona el dinero ni la nobleza del nacimiento sino a lo que indica la etimología de la palabra: gobierno de los mejores.
Sea como fuere, sus enseñanzas y su constante cuestionamiento a los poderosos de su tiempo irritaron a las clases dominantes hasta el punto de acusarle de impiedad y corrupción de la juventud. Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias. Sócrates es sometido a juicio. Asume su propia defensa y la ejerce de un modo que fuerza al jurado a condenarlo a muerte; quizás si hubiera admitido su culpa y solicitado clemencia la pena hubiera sido menor. Fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban.
Según relata Platón en la Apología , Sócrates pudo haber eludido la condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta; peor habría sido la ausencia de ley. Así que por respeto a las leyes de la polis se niega a aceptar un plan de fuga y espera el momento de la ejecución rodeado de sus discípulos y filosofando sobre la virtud y la inmortalidad del alma. Cuando llega el momento de beber el veneno lo hace con absoluta tranquilidad, convencido de que la muerte no es un mal sino un tránsito a una vida mejor, liberada de la servidumbre del cuerpo. 




Sócrates toma la cicuta (detalle de un óleo de Jacques-Louis David)


Lo que hemos dicho sobre Sócrates, y lo que diremos en adelante, está basado casi totalmente en lo que cuenta su discípulo Platón, que dedica varios libros -llamados diálogos- a su maestro. En  laApología de Sócrates narra el desarrollo del juicio y su condena, en el Critón su cautiverio y en elFedón sus últimos momentos y su muerte. Y en muchos otros Diálogos desarrolla su doctrina, poniendo su propia filosofía en boca de su maestro. ¿Hasta qué punto el retrato de Platón es fiel al Sócrates real? Nunca lo sabremos. Aristófanes -un autor teatral bastante irreverente- lo presenta como un viejo pedante y engreído. Jenofonte -un historiador de la época- coincide bastante con Platón. En cualquier caso, el Sócrates que ha pasado a la historia es el que nos legó Platón, y a él vamos a atenernos.

SÓCRATES: SU FILOSOFÍA.

Ironía y mayéutica.
La madre de Sócrates era comadrona. Y Sócrates solía bromear diciendo que su oficio era el mismo que el de su madre: sólo que en lugar de ayudar a parir niños, él ayudaba a dar a luz la verdad. Porque una de las ideas centrales del pensamiento socrático consiste en su afirmación de que la verdad habita en el interior de cada uno y sólo es necesario conocerse a sí mismo para encontrarla.
Al parecer, y durante buena parte de su vida, Sócrates se habría dedicado a deambular por las plazas y los mercados de Atenas, donde tomaba a las gentes del común (mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para sostener largas conversaciones, con frecuencia parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía, sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica.
El propio Sócrates comparaba tal método, como hemos dicho, con el oficio de comadrona que ejerció su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.
En sus conversaciones filosóficas, al menos tal y como quedaron reflejadas en los Diálogos de Platón, Sócrates sigue, en efecto, una serie de pautas precisas que configuran el llamado diálogo socrático. A menudo comienza la conversación alabando la sabiduría de su interlocutor y presentándose a sí mismo como un ignorante: tal fingimiento es la llamada ironía socrática, que preside la primera mitad del diálogo. En ella, Sócrates proponía una cuestión (por ejemplo, ¿qué es la virtud?) y alababa la respuesta del interlocutor, pero luego oponía con sucesivas preguntas o contraejemplos sus reparos a las respuestas recibidas, sumiendo en la confusión a su interlocutor, que acababa reconociendo que no sabía nada sobre la cuestión.
Tal logro era un punto esencial: no puede enseñarse algo a quien ya cree saberlo. El primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho de otro modo, tomar conciencia de nuestro desconocimiento. Una vez admitida la propia ignorancia, comenzaba la mayéuticapropiamente dicha: por medio del diálogo, con nuevas preguntas y razonamientos, Sócrates iba conduciendo a sus interlocutores al descubrimiento (o alumbramiento) de una respuesta precisa a la cuestión planteada, de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su mismo interior, como un descubrimiento propio.
La mayéutica, por lo tanto es el arte del diálogo, de una conversación en la cual Sócrates y su interlocutor o interlocutores comparten su ignorancia y buscan juntos el recuerdo de una verdad cuyo germen está en el alma de los dos. Pero para encontrar la verdad, el primer paso es convencerse de que no la conocemos, es decir, abandonar las falsas verdades que son fruto de la costumbre y la ignorancia. De ahí que el primer paso del método socrático consista en la ironía: cuestionar mediante hábiles preguntas al interlocutor para hacerle caer en la cuenta de su ignorancia y sus contradicciones, hasta que se convenza de lo primero que se necesita para aprender: reconocer que no se sabe. Al “saber que no sabe” su situación ha mejorado, ya que antes era ignorante sin saberlo. Pero no todos saben aprovechar este paso, y muchos de los interlocutores de Sócrates se sienten humillados y furiosos al ser víctimas de esta ironía del maestro.
La búsqueda que en los diálogos socráticos nunca termina, ya que lo que le interesa al maestro no consiste en encontrar verdades completas y definitivas sino indicar el camino para que cada uno sea capaz de buscarlas en su propio interior. Uno de los diálogos de Platón en que se muestra claramente este método de su maestro es el Menón. En él, Sócrates logra que un esclavo analfabeto resuelva un problema de geometría sin indicarle la solución, sólo orientándole con hábiles preguntas a buscar la solución por sí mismo, solución que se supone debía existir ya, aunque olvidada, en el alma del esclavo.

La virtud.

La sabiduría que el alma posee desde que nace es también la fuente de la bondad, de la vida moral. Porque el alma que conoce el bien necesariamente va a tratar de hacerlo realidad en su vida. La maldad, por lo tanto, no es más que ignorancia: todos buscamos el bien, pero el ignorante, el que ha olvidado en qué consiste, se equivoca y confunde el bien con el mal. Por lo tanto, lo que hay que hacer con el hombre malo es educarlo. Una vez que conozca el bien se sentirá inclinado a buscarlo en sus acciones, tal es la fuerza de esa idea suprema. Esta doctrina, conocida como elintelectualismo moral va a tener una enorme influencia en la historia, en particular en la historia de la educación.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo una conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre todas las virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque, en su ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta (confianza, reputación, estima, honorabilidad) son muy superiores a los que puede reportarle el engaño (riquezas, poder, un matrimonio conveniente).
El ignorante no se da cuenta de ello: si lo supiese, cultivaría la honestidad y no el engaño. En consecuencia, el hombre sabio es necesariamente virtuoso (pues conocer el bien y practicarlo es, para Sócrates, una misma cosa). De esta concepción es preciso destacar que la virtud no es algo innato que surge espontáneamente en ciertos hombres, mientras que otros carecen de ella. Todo lo contrario: puesto que la sabiduría contiene las demás virtudes, la virtud puede aprenderse; mediante el entendimiento podemos alcanzar la sabiduría, y con ella la virtud.
Platón pone en boca de Sócrates los fundamentos filosóficos de este método, que abarcan una importante teoría del conocimiento, así como muchas otras afirmaciones de su filosofía sobre política, moral, estética y metafísica. Hoy resulta imposible separar claramente la doctrina del maestro y la del discípulo.



http://www.biografiasyvidas.com/biografia/s/socrates.htm

martes, 16 de septiembre de 2014

PRESOCRÁTICOS Y SOFISTAS

 Tema 1: Física y Metafísica en los Presocráticos.
1. El origen de la Filosofía: Del Mito al Logos.
1.1. Caracteres de la cultura Griega en el siglo VII a. C
La Filosofía surgió en Grecia, a finales del siglo VII a. C, en las colonias que los griegos tenían en Asia Menor, concretamente, en la llamada región de Jonia, en el Oeste de la actual Turquía. Por supuesto, otras culturas – Persia, Babilonia o Egipto- también se plantearon preguntas acerca del origen de la realidad, pero sus respuestas fueron de carácter mítico, en ningún caso llegaron a una filosofía en sentido estricto.
El mito, en cuanto narración de la creación del mundo, adquiere la forma literaria de Cosmogonía y Teogonía. A pesar de la gran variedad de mitos, existen en todos ellos unos temas característicos y constantes:
                        La cuestión de qué es el hombre, y cuál es su origen.
                        El por qué de la vida y de la muerte.
                        La cuestión del origen del mundo y de la sociedad.

En el mundo griego clásico, desde Hesíodo y Homero, contaban con este tipo de mitos, pero, a diferencia de otras culturas, en Grecia no había Libros Sagrados.
Los motivos por los que la cultura griega fue capaz de superar estos mitos y dar respuesta a las grandes cuestiones del hombre desde el logos, desde la filosofía, fueron los siguientes:
1º. La magnífica situación geográfica de Grecia, que la convierte en puente entre Oriente y Occidente. Además, esta situación privilegiada posibilitó los progresos en la navegación, y con ello el auge del comercio y el consiguiente diálogo entre culturas.
2º. Factores de tipo político. El proceso histórico de la constitución de la Polis griega, el llamado “paso del etnos a la Polis” como elemento determinante de aparición de la racionalidad.
3º. Hay factores de tipo socioeconómico. La expansión de los griegos (Jonios), con la adquisición de nuevas colonias, trajo riqueza y abundancia. Esta riqueza estaba basada en la esclavitud, lo que permitía además el ocio para la contemplación y el diálogo para los llamados hombres libres.

La expansión territorial y económica que trae consigo la expansión colonial, especialmente las de Asia Menor (Jonia) y la del Sur de Italia (Magna Grecia), tiene como consecuencia:
                        La consolidación de la polis.
                        La imposición del comercio con las colonias.
                        Y, sobre todo, la aparición de la Moneda. En efecto, la moneda va a propiciar y potenciar uno de los rasgos fundamentales que va a caracterizar al logos o razón: su carácter de representación universal. La moneda es un principio de inteligibilidad abstracto que permite homogenizar toda la multiplicidad de lo real bajo una medida universal.

4º. La religión Griega no va a suponer ningún tipo de obstáculo para el desarrollo de la filosofía. En efecto, la religión griega, a diferencia de las culturas y civilizaciones más próximas, tiene unas características muy peculiares: Es una religión que no tenía una casta sacerdotal estable que garantizara y mantuviese una ortodoxia doctrinal, además de carecer de Libros Sagrados, como hemos dicho.
5º. Son Homero y Hesíodo quienes marcan profundamente el espíritu griego. Sus obras, recreación de tradiciones populares, van a configurar una religión o mitología Olímpica que va e ser un elemento central en la paideia de los griegos. Además estos autores establecerán una serie de conceptos guía (moira, daimon, areté) que facilitarán la aparición de un pensar propiamente filosófico.
6º. La adopción de la variante fenicia del alfabeto semítico (S. IX a. C) por parte de los griegos, inaugura lo que se denomina la escritura fonética, la cual permitía escribir tal como se hablaba, a diferencia de la jeroglífica (egipcia) o cuneiforme (babilónica). Esta escritura fonética supuso:
                        La democratización de la escritura: la escritura pertenece y se hace asequible a todos. Hay que tener en cuenta que la antigua escritura silábica era criptográfica y secreta, para uso exclusivo de escribas y sacerdotes.
                        La nueva escritura permite una mayor difusión de las ideas.

7º. La incorporación a la lengua griega del artículo neutro “to” (lo): lo que va a permitir la sustantivación de cualidades o atributos, facilitando a su vez la abstracción. Se pasa del pensamiento concreto al pensamiento abstracto.

1.2. Diferencias entre mito y logos.
En tiempos pasados se pensaba que entre mito y logos existía una discontinuidad irreductible, sin embargo la filosofía contemporánea valora cada vez más el pensamiento mítico. Así, va a considerar a los mitos no como una narración absurda y sin sentido, sino como la antesala de la propia racionalidad, como un horizonte racional embrionario.
Desde el origen de la filosofía, el esfuerzo de los primeros filósofos consistió en reinterpretar las visiones o narraciones míticas que existían sobre la naturaleza y acerca del hombre, llevándolas a un nivel de pensamiento más abstracto y más racional. Por tanto las preguntas y los primeros balbuceos del pensar racional fueron los mismos que aparecen en las narraciones míticas. La diferencia entre mito y razón no se encuentra en el tipo de preguntas, sino en el tipo de respuestas a esas preguntas. Las diferencias y similitudes entre ambas explicaciones son las siguientes:
1º. Tanto la explicación mítica como la racional son narraciones. Pero la narración mítica explica los fenómenos naturales haciéndolos depender de la voluntad de unas divinidades. Los Dioses adquieren forma humana, es decir, actúan por motivaciones humanas. Los fenómenos naturales se explican antropomórficamente: las narraciones míticas personifican y divinizan las fuerzas de la naturaleza. En la explicación mítica los fenómenos de la naturaleza son a la vez realidades físicas y manifestaciones de poderes divinos, que dependen de la voluntad de dioses o entidades sobrenaturales. En la explicación racional los fenómenos naturales quedan despojados de cualquier interpretación sobrenatural.
2º. En el mito la dependencia de los fenómenos naturales de la voluntad de lo divino hace que queden sometidos a la arbitrariedad e imprevisibilidad. Es imposible un conocimiento predictivo de la naturaleza. El logos busca “lo necesario” y no cae en la arbitrariedad del mito.
3º. En el mito como en el logos se nos presenta una explicación totalizadora de la realidad, es decir ambos intentan abarcar la totalidad de lo real al margen de las diferencias.
4º. Otra diferencia entre ambas explicaciones está en que, mientras la explicación racional busca leyes y reglas que permitan hacer predicciones, en la explicación mítica la realidad está en manos del capricho de divinidades que personifican las fuerzas de la naturaleza. Por tanto, para la explicación racional no existe otra realidad que la propia naturaleza, estando la causa de los fenómenos en la misma naturaleza, no en fuerzas sobrenaturales. La explicación racional es una explicación de carácter inmanente.


Características del mito
Características del logos o razón
Similitudes
Narración sobre:
- Fenómenos de la Naturaleza.
- Condición humana.
- Explicación totalizadora de la realidad.
Diferencias
Lenguaje simbólico, metafórico.
Connotativo.
Lenguaje conceptual.
Denotativo.
Arbitrariedad en los fenómenos de la Naturaleza.
Necesidad en los fenómenos de la naturaleza. Los fenómenos están sujetos a leyes y reglas.
Se pueden predecir fenómenos
Antropomorfismo.
La explicación de los fenómenos de la Naturaleza está en la misma naturaleza.

1.3 El concepto de naturaleza –physis- en la filosofía presocrática.
El centro de interés de la filosofía presocrática será la pregunta por la physis, la pregunta por la naturaleza, por sus cambios y su multiplicidad. A su vez, la pregunta por la physis va a converger en la pregunta por el principio de todas las cosas, es decir, en la pregunta por el arché.
La naturaleza, para los primeros filósofos y para los griegos en general, hay que entenderla, en un triple sentido:
1º. La physis como “totalidad”: la naturaleza es todo cuanto hay, es la única realidad. Además, y este es lo importante, la totalidad de las cosas está sometida a una ley, a un orden, a un conjunto de leyes que rigen su funcionamiento. Es decir, el concepto de naturaleza está vinculado al concepto de necesidad, al concepto de logos, lo que la convierte en un todo ordenado, en un cosmos y no es un caos.
2º. La physis como “sustrato” o esencia: la naturaleza es lo que permanece más allá de los cambios, es decir, es el “sustrato común” de las cosas. Además, este sustrato es también la causa del cambio y las diferencias, porque la naturaleza también es proceso, es un hacerse.
3º. La physis como “hacerse”, como fidei. El término physis viene del verbo griego en infinitivo fidei que significa “hacer”, “crecer”, “desarrollarse”, “salir fuera”. Es decir, la naturaleza aparece como una fuerza interna que impulsa a crecer y a desarrollarse: es principio rector que impulsa los cambios, ley interna que rige las cosas.
Por tanto, en este sentido, cabe destacar la correspondencia entre el término physis y el término logos: la razón que forma parte del orden natural puede conocer la ley interna que rige el cambio y la multiplicidad. Este orden natural es teleológico, es decir, la naturaleza se mueve por fines. Los primeros filósofos presocráticos entienden la naturaleza como un organismo, no como un mecanismo (el mecanicismo no será inaugurado hasta los pluralistas: en el mecanicismo no existen fines)
El logos se opone al conocimiento meramente sensible o de los sentidos:

Sentidos
Logos (razón)
Lo que cambia
Lo que permanece (sustancia)
Lo múltiple
Lo Uno
La apariencia
Lo que las cosas “son” (esencia)
Lo que sólo nos aporta opinión (doxa)
Lo que nos permite la ciencia (episteme)

1.4. La búsqueda del arché.

La pregunta por la “totalidad” de lo real, es decir, la pregunta por la physis, va a llevar a los primeros filósofos presocráticos a la pregunta radical por el principio último y originario de todo: la pregunta por el arché. Si queremos definir el concepto de arché en la filosofía presocrática tenemos que hacerlo de diferentes modos, así:
                        El arché es el origen del que provienen todos todas las cosas.
                        El arché es el sustrato (material) común que tienen todas las cosas más allá de las diferencias.
                        El arché es la causa de todos los cambios.
                        El arché es el fin que rige todos los cambios.

Por tanto, la noción de physis remite al principio o arché en cuanto origen, sustrato, causa y fin de todos los seres (naturaleza). La respuesta a la pregunta sobre la posibilidad de que una única realidad o sustancia (o varias) sea capaz de ejercer todas estas funciones tendrá como resultado los diferentes modelos de explicación racional de la filosofía presocrática.

2. Etapas de la filosofía presocrática.
2.1. La Filosofía Jonia.
2.1.1. Características principales de la Filosofía Jonia.
La Filosofía Jonia se va a caracterizar por el inicio en la pregunta por el arché. La principal característica del arché de los Jonios es que va a ser algo material. Los principales pensadores Jonios son: Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímenes. Estos primeros filósofos tienen, además, las siguientes características:
1. La realidad no puede proceder de la no-realidad. La physis ha de tener su origen en sí misma (explicación racional) excluyendo toda fuerza externa a ella (explicación mítica).
2. La naturaleza es considerada como una totalidad: intentan encontrar la unidad que garantiza el orden del universo más allá de las apariencias. La mirada de los primeros filósofos jonios abarca por vez primera la totalidad del universo.
3. La naturaleza es entendida como el fondo universal de donde nace y proviene todo. Este nacimiento es entendido como un gran acto vital (hilozoísmo: la physis como materia animada por sí misma).
4. Los primeros filósofos jonios son monistas: admiten un único principio o arché común a todos los seres, del cual nacen y al cual vuelven cuando mueren.
5. Las características del arché de los Jonios son: uno, único, material, espacial, mutable y eterno.
2.1.2. Tales de Mileto.
Según cuenta la tradición era comerciante y viajero. En Egipto adquirió probablemente sus conocimientos geométricos y cosmológicos. Por ejemplo, la predicción de un eclipse le granjeó un gran prestigio entre sus contemporáneos, fue considerado uno de los siete sabios de Grecia (1 Siete sabios de Grecia, también conocidos como los siete sensatos. Eruditos griegos que vivieron entre los siglos VII y VI a.C. y que se interesaron por la ciencia, la filosofía y la política. Aunque sus identidades difieren según las diferentes versiones, los nombres que suelen aparecer con mayor frecuencia son Bías de Priene, Quilón de Esparta, Cleóbulo de Lindos, Periandro de Corinto, Pítaco de Mitilene, Solón de Atenas y Tales de Mileto.)

Según Tales, todas las cosas provienen del agua. El agua será la causa natural de todas las cosas, seria también la sustancia o fundamento común de todas las cosas, y en última instancia todas las cosas volverán a ser agua. En definitiva, para Tales, el agua es el arché. Según cuenta la tradición esta idea probablemente se le ocurrió observando los fósiles del Nilo.

Otra de sus teorías es que la Tierra es un disco plano, y flota en el gran mar cósmico (agua como arché). Por último ha que destacar el hilozoísmo, según Tales la materia hyle está viva zoe, por tanto el agua sería el principio de vida. El hilozoísmo es una característica común a todos los filósofos jonios.
2.1.3. Anaximandro.
Para Anaximandro, el principio de todas las cosas es el apeiron (infinito), en oposición al agua de Tales. En efecto, si, como creía Tales, todas las cosas surgen del agua y la humedad, ¿cómo explicar la existencia de lo seco, de lo cálido, del fuego mismo? El agua es sólo una de las sustancias materiales que vemos, pero no la única. Para Anaximandro, tiene que haber algo por debajo del agua y más fundamental que ella, que sea el verdadero origen de todas las cosas y el substrato de todos los cambios. Este algo, difícil de caracterizar, es la materia en general previa a sus determinaciones y limitaciones concretas, es lo indeterminado e ilimitado, es el apeiron.
Según Anaximadro, el apeiron se movería en un proceso cosmogónico con dos sentidos:
                        Primero un proceso de separación y diversificación.
                        Segundo un proceso de vuelta al Uno.

Estos dos movimientos se repiten cíclicamente en el Eterno Retorno de lo mismo. Para los griegos el universo no tienen un origen en el tiempo, no ha sido creado, es material y la materia es eterna. La concepción lineal del tiempo no surge hasta el Cristianismo.
2.1.4. Anaxímenes.
Anaxímenes, como Tales, va a permanecer prisionero del mundo de lo visible estableciendo como arché o principio de todas las cosas el aire, de esta manera se distancia de su predecesor Anaximandro. Sin embargo, esta solución satisfacía, en apariencia, las exigencias del pensamiento de Anaximandro: el aire no tenía límites.
De esta teoría Anaxímenes concluye que del aire (unidad sustancial) brotan todas las cosas por condensación y rarefacción:
                        Por rarefacción (dilatación) se origina del aire el fuego.
                        Por condensación se origina del aire, y de forma gradual, primero el viento, luego las nubes, la tierra, las piedras.

Después todo vuelve a la unidad originaria en la que todo vuelve a ser aire. En definitiva Anaxímenes acepta también el Eterno Retorno, al igual que Anaximandro, como proceso de separación y de vuelta a la unidad.

2.2. Los Pitagóricos.
Esta escuela filosófica se sitúa en las colonias griegas del sur de Italia, la llamada Magna Grecia. Su teoría sobre el arché supone un gran avance sobre las teorías Jonias: identifican el arché con los números o proporciones y leyes matemáticas (son los autores más próximos a la física moderna, que entiende que el mundo es un libro escrito en lenguaje matemático –Galileo-)
La concepción Pitagórica de las matemáticas está influenciada por el misticismo de carácter órfico. El orfismo es una religión sectaria que tenía como finalidad la salvación y purificación del alma. Así, esta secta abogará por una vida ascética además de la realización de ritos purificatorios.
Debido a la influencia del misticismo órfico, los Pitagóricos conciben las matemáticas (aritmética-geometría) como un camino de salvación y purificación moral. Para los Pitagóricos la realidad es perfecta, pero esta perfección sólo es accesible a unas mentes privilegiadas: el conocimiento de las matemáticas será la puerta de acceso a esta realidad perfecta.
Los pitagóricos conciben la naturaleza a partir de las relaciones numéricas, siendo el número el principio (arché) y materia de todas las cosas. Para los pitagóricos la naturaleza es un todo ordenado, un cosmos ordenado por relaciones numéricas: la naturaleza es mezcla de unidad y multiplicidad, de lo finito y de lo infinito, pues todo está regido por los principios del límite y lo ilimitado que rigen los números. Así los Pitagóricos son los autores más próximos a la física moderna, que entiende que el mundo es un libro escrito en lenguaje matemático – Galileo -.
Por tanto, Pitágoras llevó a las matemáticas más allá de las necesidades de los comerciantes, convirtiendo lo que los egipcios y babilonios era un cuerpo de recursos empíricos en una auténtica ciencia demostrativa de carácter místico-filosófico.
Respecto a la antropología se caracterizan por el dualismo, dividen al ser humano en dos sustancias independientes:
                        El cuerpo (soma) es mortal e impuro, vive esclavizado por sus necesidades materiales.
                        El alma (psique) es la parte pura del hombre, está destinada al saber y al conocimiento, pero vive temporalmente aprisionada por el cuerpo.

Este dualismo antropológico va a influir claramente en la filosofía platónica.
Respecto a la ética van a defender la reencarnación y el ascetismo como forma de liberación de la corporeidad. Esta idea también tendrá una gran influencia en Platón.
Respecto a la astronomía defendían que el centro del universo era un gran fuego, algunos autores interpretan que se referían al Sol como centro del sistema.

2.3. El pensamiento metafísico de Heráclito y Parménides.
Estos filósofos tienen en común que identifican el arché con el concepto más abstracto posible, con el “Ser”. Lo que tienen en común todas las cosas, al margen de las diferencias, es que “son”. Por otra parte van a entender el “Ser” en dos sentidos diferentes:
                        Heráclito entenderá el ser en un sentido dinámico: todo es cambio.
                        Parménides entenderá el ser en un sentido estático: nada cambia, el cambio es sólo apariencia.

2.3.1. Heráclito de Éfeso.
La máxima más conocida de Heráclito es panta rei, todo fluye. Así, para Heráclito nunca podremos bañarnos dos veces en el mismo río.
En el universo todo se rige por la tensión o lucha entre contrarios, esta tensión genera el movimiento o el cambio. A esta tensión entre contrarios (día-noche, guerra-paz) alude Heráclito con la metáfora del fuego: cuando Heráclito afirma que el fuego es el arché, no hay que entender que el fuego es un elemento material en el sentido de los Jonios, sino que es una metáfora que representa la lucha de contrarios.
Sin embargo, la lucha de contrarios, la tensión que caracteriza a la naturaleza, no significa que triunfe el caos en la naturaleza, el devenir no es irracional ni caótico. Este devenir se realiza de acuerdo con ciertas leyes que podemos llamar logos o razón universal. El Logos constituye el verdadero principio explicativo de la realidad.
Según Heráclito el hombre puede llegar a conocer el logos o la razón universal basándose en la observación atenta de la naturaleza. Esto es importante porque se trata de otra diferencia con Parménides que sólo da validez al conocimiento racional, no al conocimiento sensible.
El pensamiento de Heráclito admite un proceso cosmológico, similar al de Anaximandro y Anaxímenes, de separación y de vuelta a la unidad. El universo se mueve, según Heráclito, siguiendo dos fuerzas contrarias que son la armonía y la discordia. Posteriormente, Empédocles hablará del amor y del odio.
2.3.2. Parménides de Élea.
En su poema Peri fiseos nos propone que para acceder al conocimiento existen dos vías:
                        La vía de la opinión es la vía de los sentidos que nos dicen que las cosas cambian y que son múltiples. Por tanto el ser, a la vez, es y no es. Esta afirmación es contradictoria y no la debemos admitir.
                        La vía de la verdad es la vía de la ciencia, que nos dice que el cambio es mera apariencia y que el ser se reduce a la unidad. Esta vía se basa en la afirmación incuestionable de que el ser es y no puede no ser.

Esta vía de la razón nos lleva a una concepción del ser inmovilista y monista (todo es reductible a la unidad). 
El error de Parménides está en considerar el no-ser como lo contrario al ser; el no ser es diferente al ser: “ser viejo” no es lo contrario a “ser joven”, simplemente es diferente a ser joven, por eso el cambio es posible.

Periodo
Corriente
Filósofos
Arché
Características
Sig.VII-VI a. C.
Los Jonios o Milesios
Tales de Mileto.
Agua
- Introduce la Matemáticas.
- La Tierra como disco plano flotando en el mar cósmico.
- Hilozoísmo
Anaximandro.
Apeiron
Eterno Retorno
Anaxímenes.
Aire
Eterno Retorno
Sig. VI a. C.
Pitagóricos
Pitágoras de Samos.
Se establece en Crotona (Magna Grecia)
Número.
La proporción matemática.
- Influyen en Platón.
- Dualismo Antropológico.
- Ética Ascética.
Sig. VI a. C.
Metafísicos
Parménides de Elea
Ser inmóvil
- Ser: no cambia, eterno y es uno.
- Las características del “Mundo de las Ideas” platónico.
Heráclito de Éfeso. Jonia
Ser móvil
- Ser: cambio, múltiple
- Las características del “Mundo sensible” platónico.
Sig. VI-V a. C.
Pluralistas.
Mecanicistas: En la naturaleza todo es materia y movimiento, no tiene ningún fin, ni está orientada por nada exterior a la physis misma
Empédocles de Agrigento.
Los cuatro elementos, o raíces de todo: agua, tierra, fuego y aire
Estas raíces son cualitativamente iguales e inmutables. Noción de elemento: entendido como algo cualitativamente inmutable e intransformable.
Aquello que determina que estos principios se unan y se separen son dos fuerzas a las que denomina Amor (Afrodita o philía) y Odio (Neikos), respectivamente
Anaxágoras de Clazómenas, cerca de Esmirna.
Spérmata. Que Aristóteles llamó: Homeomerías. Semillas: pequeñas e infinitamente divisibles
Divide la naturaleza en materia y caos. El caos no es material. Del caos se pasa a un cosmos gracias a la intervención del nous, independiente de la materia.
Atomistas
Leucipo
Átomos
Introduce el concepto de vacío.
Demócrito de Abdera (Tracia)

Define el vacío como “no-ser”: que explica la multiplicidad y el cambio.







2.4. Los Pluralistas.
Los Pluralistas son un grupo de pensadores heterogéneo, siglos VI y V a.C, que se caracterizan por abandonar el planteamiento metafísico de Heráclito y Parménides, intentado devolver a la filosofía el planteamiento físico que tuvo en sus inicios. Por otra parte intentan conciliar todas las teorías anteriores, de ahí su planteamiento sincrético.
Las soluciones para explicar el problema central del cambio tienen en común su interpretación de la materia como un conjunto de partículas eternas (Parménides), que se combinan entre sí de forma diferente (Heráclito)

2.4.1 Características generales de los Pluralistas.
                        Defienden que el arché es múltiple, no hay un único arché sino varios.
                        Es un intento de conciliación de varias teorías anteriores, van a intentar sintetizar las teorías de Heráclito y Parménides, explicando el cambio a partir de partículas eternas que no cambian.
                        El escepticismo gnoseológico: mantenerse siempre en la duda. La filosofía anterior no se planteaba ninguna duda sobre nuestras posibilidades para conocer la realidad. El mundo es un cosmos y el ser humano pertenece a este orden, por tanto puede conocerlo. También, a diferencia de los pensadores anteriores, creen en el azar.
                        El materialismo mecanicista: en el universo todo es materia que se rige por leyes que son parte de la materia. Cuando los Pluralistas nos hablan de principios como el Nous hay que entenderlos en un sentido material.

2.4.2. Empédocles.
Intenta conciliar en su Física a Heráclito y a Parménides. De Parménides, va a tomar la teoría de que la materia es eterna, afirmando que no es posible que nada surja de la nada y desaparezca en la nada. De Heráclito va a tomar la multiplicidad del ser afirmando que existen cuatro principios o archés, que son los cuatro elementos de la naturaleza: aire, tierra, fuego y agua. Estos cuatro principios los va a llamar rizomas o raíces del Ser.
De Heráclito va a tomar también la universalidad del cambio, entendiendo por cambio las diferencias que se dan en las proporciones con que se combinan los rizomas. Como conclusión, el cambio para Empédocles sería el movimiento de las partículas inmutables.
Empédocles va a hablar de dos fuerzas cósmicas que mueven el mundo: el amor y el odio. En el universo habría dos momentos de equilibrio, en los que las fuerzas del amor y del odio se mantendrían equilibradas, y habría también dos momentos en los que el Amor (principio de unidad y de armonía) o el Odio (principio de multiplicidad y desorden) se impusieran.
Respecto a la gnoseología, Empédocles parte del supuesto de que sólo lo semejante conoce a lo semejante: en la sangre se encuentran mezclados los cuatro elementos, y mediante ellos, conocemos los diferentes cuerpos compuestos también por los cuatro elementos.

2.4.3. Anaxágoras.
Toma de Parménides el supuesto de que de la nada nada puede salir, es decir, la materia es eterna. De Heráclito va a tomar la pluralidad de las realidades existentes, interpretando el cambio como variación de proporciones en las que se combinan las primeras partículas inmutables. A estas primeras partículas las va a llamar Spérmata. Aristóteles, refiriéndose a Anaxágoras, las llamará Homeomerías. Estas partículas serían diferentes, hay homeomerías de todos los cuerpos, a diferencia de Empédocles que admitía sólo cuatro raíces del ser.
Se ha pretendido ver en Anaxágoras la primera teoría que admite el dualismo cósmico: nos habla, por un lado, de la materia y, por otro, de una inteligencia rectora del universo y con voluntad. A esta Inteligencia la denomina Nous. El Nous sería autónomo, libre y lo sabría todo (omnisciente). Algunos autores piensan que el Nous es un antecedente del Motor Inmóvil de Aristóteles, que también tenía inteligencia. Hay que decir que otros autores niegan este dualismo; todos los pluralistas serían mecanicistas.

2.4.4. Los Atomistas: Demócrito y Leucipo.
Los Atomistas se diferencian de los otros pluralistas porque para ellos las primeras partículas son cualitativamente iguales; mientras que para Empédocles y Anaxágoras eran diferentes (los cuatro rizomas de Empédocles, las infinitas homeomerías de Anaxágoras). Por eso los atomistas no pueden explicar el cambio como diferencia en las proporciones con las que se combinan las diferentes partículas, porque para ellos los átomos son iguales.

2.4.4.1. Demócrito.
El arché son los átomos, pequeñas partículas indivisibles, cualitativamente idénticas y cuantitativamente diferentes. Estas partículas estarían en el vacío y un movimiento connatural (torbellino cósmico) las llevaría a unirse, dando lugar a los diferentes cuerpos. Demócrito es mecanicista: las primeras partículas se ordenan por los impulsos del torbellino cósmico; por tanto todo es materia y movimiento.

2.4.4.2. Leucipo.
A diferencia de Parménides, admite el no-ser como posibilidad para el movimiento de las partículas, admite el vacío. Las diferencias entre los cuerpos se explicarían por los cambios de posición de los átomos en su caída en el vacío. Las principales aportaciones de Leucipo son:
                        Es el primer pensador en diferenciar cualidades primarias y cualidades secundarias de los cuerpos. Las cualidades primarias serían mensurables y son objetivas. Las cualidades secundarias son las que captamos con los sentidos, serían subjetivas.
                        El concepto de ley natural. El cambio se explica desde leyes necesarias que provienen de la materia y que no son de carácter espiritual.
                        Es el primer pensador que utiliza un concepto semejante al de percepción: para él conocer es captar los átomos de los cuerpos por su influjo en nuestra alma corporal.
                         
Herencia Presocrática: Heráclito y Parménides
Platón
Ser
Heráclito
Cambio
Apariencia
Múltiple
Apariencia
Parménides
Estático
Realidad
Uno
Realidad

3. Las influencias de los Presocráticos en Platón.
                        Los Pitagóricos influyen en Platón con su antropología que se caracteriza por el dualismo: el ser humano se divide en dos sustancias, el cuerpo y el alma.

También influirá en Platón la ética de los Pitagóricos, pues entienden la existencia como un proceso de purificación mediante la ascesis.
                        Heráclito también influye en Platón. Para Heráclito, como en el mundo sensible de Platón, todo en la naturaleza está en continuo cambio. Mientras que el Mundo de la Ideas de Platón tendrá las características del ser de Parménides (Uno e inmutable): el pensamiento platónico se basa en una concepción jerárquica del conocimiento y de la realidad. Las realidades inferiores tendrán las características del ser de Heráclito. Por otro lado, las realidades superiores a las que llama el Mundo de las Ideas, tendrán las características del ser de Parménides.




LA SOFÍSTICA.
            La sofística es un amplio movimiento que surge como respuesta a la necesidad de educar dirigentes políticos fundamentalmente entre la clase incipiente de nuevos ricos que carecían de la educación aristocrática. Se denomina "sofistas" a un conjunto de pensadores bien diferentes entre sí pero que comparten algunos rasgos sobresalientes: entre sus enseñanzas incluyen un conjunto de disciplinas humanitarias (retórica, política, derecho, moral, etc.) y son los primeros profesionales de la enseñanza (organizan cursos completos y cobran sumas considerables por enseñar). Ambos rasgos -carácter humanístico de sus enseñanzas e institucionalización de la enseñanza misma- muestran claramente que los sofistas tenían un proyecto bien definido de educación, que venía a romper en muchos sentidos con la enseñanza tradicional, inadecuada para las exigencias de la época.
            Coinciden además los sofistas tanto en sus métodos (sus métodos consistían en pronunciar largos discursos y comentar textos de autores antiguos) como en el reconocimiento de su deuda con respecto a los poetas tradicionales. Guthrie afirma: "Reconocían su descendencia de los poetas educadores".
            Se puede distinguir entre una Primera Sofística, contemporánea de Pericles y anterior a la guerra del Peloponeso, y una Segunda Sofística, que se desarrolla durante la guerra del Peloponeso y que reflexiona sobre algunas ideas tan sólo pergeñadas por los sofistas más antiguos. Los sofistas  más importantes de la primera época son Protágoras, Pródico y Gorgias. Los más relevantes de entre los segundos son: Hipias Antifonte, Licofrón, Alcidamante y Calicles.

            Primera Sofística: aunque los sofistas acostumbraban a practicar el compromiso con las religiones existentes, no podían basar su teoría del Estado y la sociedad sobre el fundamento religioso. El nuevo fundamento es la naturaleza humana. La naturaleza humana consiste, según estos, en aspectos cooperativos que conducen a la formación de una comunidad basada en la amistad y el respeto mutuo. La ley (nomos) no está en contradicción con la physis del hombre: si la naturaleza humana tiende al respeto (aidós) y a la cooperación y éstos son potenciados por las leyes justas, bien se ve que no hay oposición entre naturaleza y ley.  Los sofistas entendían por "estado natural" todo lo que favorece la vida en comunidad y por ello es conveniente, agradable, justo, verdadero y correcto. Vemos, por tanto, cómo se refleja en este punto el valor que daba la poesía heroica a la comunidad y la amistad, y la idea de un orden cósmico que dicta lo que debe ser, en este caso la naturaleza humana. La definición que los sofistas dan de la physis del hombre es esencialmente pragmática y está muy influida por la doctrina de los escritos hipocráticos sobre la naturaleza humana. El sabio es el encargado de hacer que una cosa parezca y sea conveniente para la comunidad. En este contexto "convertir en fuerte el argumento débil" (Protágoras) significa convencer, y por la importancia que tiene la persuasión se entiende que la retórica sea para ellos esencial.
            La virtud política (areté) se caracteriza por la posesión del respeto mutuo (aidós) y la justicia (dike) y está asociada al éxito. Para alcanzar éste, el hombre tiene que actuar con inteligencia, de la que depende el éxito, el triunfo dependerá de que se sea más o menos verosímil (eikós). El hombre virtuoso consigue ventajas personales de la práctica de la virtud para el bien de la comunidad: recibe honor y obtiene placer. Vemos en este movimiento entrelazándose los valores cooperativos de Hesíodo con los competitivos de Homero, y sus morales campesina y aristocrática mezclándose. En este sentido hemos de subrayar que los sofistas niegan la tesis aristocrática según la cual hay dos naturalezas humanas radicalmente diferentes, lo cual se hace patente en cuanto que afirman que la naturaleza humana puede se perfeccionada por la enseñanza que dan los sofistas. Quien, gracias a ella, alcanza los grados más elevados, está llamado a desempeñar la magistratura del Estado.

Protágoras de Abdera
Según la mayoría de los autores Protágoras nació en Abdera el año 481, aunque Burnet y Taylor retrasan su nacimiento hasta el año 500 a. c.; hacia mediados de siglo se instaló en Atenas, entablando amistad con Pericles, ciudad en la que alcanzó un elevado protagonismo. Acusado de impiedad, probablemente de ateísmo y/o blasfemia, por haber afirmado en su libro "Sobre los dioses" que no es posible saber si los dioses existen ni cuál es su forma o naturaleza, se vio obligado a abandonar Atenas refugiándose al parecer en Sicilia. "De los dioses no sabré decir si los hay o no los hay, pues son muchas las cosas que prohíben el saberlo, ya la oscuridad del asunto, ya la brevedad de la vida del hombre"
Protágoras defendía el relativismo y el convencionalismo de las normas, costumbres y creencias del hombre. Es su tesis más conocida y que queda reflejada en la frase "El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son y de las que no son en cuanto que no son", uno de los fragmentos que conservamos de su obra. Respecto al relativismo de Protágoras cabe interpretarlo de dos modos:
Si concebimos que el hombre al que se refiere Protágoras es el hombre particular y concreto, el individuo, Protágoras estaría afirmando un relativismo radical, de modo que cada hombre tendría "su verdad". Platón en el Teeteto así lo interpreta: lo que a mí me parece frío es frío, aunque no le parezca así a otro.
Pero podemos interpretar que Protágoras entiende "hombre" como "ser humano", y tendríamos que hablar entonces de un relativismo social, en el sentido de que aceptamos como verdadero lo que en nuestra sociedad es aceptado como verdadero.
También se ha discutido si Protágoras aceptaba el relativismo ético o moral. Si Protágoras afirma que el hombre es la medida de todas las cosas parece que el relativismo se hacía extensivo a los valores éticos, (aunque Platón en su diálogo "Protágoras" mantenga que el relativismo no se extendía a los valores éticos). De tal modo, lo bueno será lo bueno "para mí", si adoptamos la perspectiva del relativismo individual, o lo bueno "para la sociedad", si adoptamos la perspectiva del relativismo social o cultural.
En relación con la tesis del relativismo se desarrollará la contraposición "nómos / physis", entre las leyes sociales y la naturaleza. Las leyes sociales son el resultado del pacto o de la convención entre los individuos, es decir no tienen carácter natural; el determinante de la ley social no es ni el individuo, ni la naturaleza, sino el conjunto de los hombres que viven en esa sociedad. De ese modo se explica el carácter modificable de la ley, y las diferencias entre las leyes imperantes en distintos pueblos y culturas, o dentro de la misma cultura entre distintas ciudades. Dado que no existe una ley que por naturaleza obligue a los hombres a organizarse de esta u otra manera, las leyes de la sociedad quedan sometidas al acuerdo o a la convención de todos los hombres; en este sentido será el criterio de la utilidad el que determine qué leyes se adoptarán y, una vez adoptadas, serán de obligado cumplimiento.

Pródico de Ceos.
Se hizo famoso por su actitud pesimista ante la vida, decía que una muerte temprana era un regalo de los dioses. Como otros sofistas, defendió el relativismo ético y desarrollo una teoría psicológica acerca del origen de la religión: los hombres primitivos veneraron aquello de lo que dependían sus vidas: el sol, el agua, el fuego; pero cuando comenzaron a desarrollar las técnicas, pasaron a adorar a los inventores de las mismas, por ejemplo, adorar a Dioniso como el inventor del vino.

Gorgias (483-375 aprox.)
Aparentemente, Gorgias había sido discípulo de Empédocles y quizá para defender a su maestro de los ataques de Zenón escribió un tratado Acerca de la naturaleza o del no-ente, en que se afirma que:
1. Nada existe
2. Si existiera algo, no podría ser conocido.
3. Si pudiera ser conocido, no podría ser explicado ni comunicado a los demás.
Esto bien podría ser tenido por Nihilismo absoluto pero más presumiblemente por la intención de llevar al absurdo la filosofía de Zenón.

La Segunda Sofística se caracterizará por un mayor individualismo y relativismo. Veamos algunos rasgos
comunes en ellos:
            1) Hay una oposición entre el nomos real y el nomos ideal, basado en la naturaleza, bien sea porque el nomos ideal o la naturaleza significa igualdad esencial entre los hombres, frente a las desigualdades sociales dentro de la ciudad y entre ciudades (Hipias), bien porque lo natural sea el derecho del más fuerte, considerando la injusticia de la ley en igualar lo desigual para la satisfacción de los mas débiles (Calicles).
            2) Se produce una escisión absoluta entre el éxito y el provecho propio y la justicia y respeto a la comunidad. Lo que buscan es la satisfacción individual. Se persigue acertar con la ocasión oportuna y complacer al público, independientemente de la justicia y conveniencia de lo que se afirma y en la medida que el discurso resulta más elegante y produce mayor placer, el engaño está justificado.
            Como vemos en este segundo movimiento de la sofística se desvirtúan las características propias de la tradición griega que si vemos reflejadas en la Primera Sofística.

Hipias de Elis.
Este sofista se destacó por lo enciclopédico de sus conocimientos. Consideró la ley no sólo como convencional sino que incluso llegó más lejos: afirmó que era contraria a la naturaleza, por lo que reclamaba la autarquía del individuo y la rebelión contra las leyes que siempre oprimen a los más débiles. Así, Hipias se opone a Protágoras en el sentido en que para éste la ley es una consecuencia de la naturaleza, mientras que para Hipias, la ley va en contra de ella, porque se hace necesario volver a la naturaleza.

Antifonte
Antifonte fue un defensor de la physis frente al nómos. La ley es un acuerdo antinatural, artificial, que es respetado únicamente cuando tenemos miedo a las consecuencias de su violación.
Las leyes no se fundan en la naturaleza, son convenciones sujetas al cambio continuo. Hay cosas buenas por naturaleza y cosas buenas por nómos. Los hombres debemos seguir los preceptos de la naturaleza antes que los de las leyes.
La naturaleza nos empuja a evitar el dolor y buscar el placer. Cuando la búsqueda de placer choca contra las leyes, sólo se seguiran éstas si el no hacerlo nos acarrearía un dolor mayor, como castigo.
La ética de Antifonte, por lo tanto, es un hedonismo moderado.

Alcidamante (principios del siglo IV a. C.)
Sofista y retórico griego de Elea, en Eolia, alumno y seguidor de Gorgias. Se conserva una obra genuina suya, Acerca de los sofistas, en la que el autor presenta argumentos en favor de los discursos improvisados frente a los preparados. Está considerado el primer gran orador de la Antigüedad.

Calicles
A la muerte de Pericles las discusiones acerca de la ley y el derecho se intensificaron notablemente. Algunos defendieron la doctrina del derecho natural del más fuerte.
Calicles afirmaba que la ley había sido dada para proteger a los débiles; pero la naturaleza (tanto en los animales como en los humanos) hace que los fuertes dominen a los débiles, lo cual es lo justo.