lunes, 13 de febrero de 2017

PLATÓN: TEORÍA DEL CONOCIMIENTO, ANTROPOLOGÍA, ÉTICA Y POLÍTICA

La teoría del conocimiento en Platón.
   En  “República” nos ofrecerá una explicación, la dialéctica, al final del libro VI, basada en la teoría de las Ideas. En ella se establecerá una correspondencia estricta entre los distintos niveles y grados de realidad y los distintos niveles de conocimiento. Fundamentalmente distinguirá Platón dos modos de conocimiento: la  “doxa” (“opinión” o conocimiento sensible) y la “episteme” (“ciencia” o conocimiento inteligible). A cada uno de ellos le corresponderá un tipo de realidad, la sensible y la inteligible, respectivamente. La “doxa” presenta dos niveles: “pistis” (conjetura), cuando percibimos sólo el reflejo o las sombras de las cosas; y “eikasia” (creencia), la percepción directa de los objetos sensibles. La “episteme” (ciencia) se subdivide en: “dianoia” (razón discursiva), conocimiento de los objetos matemáticos (no sensibles); y “noesis” (intuición), la captación directa que el alma racional hace de las ideas, es decir, de la verdad. El verdadero conocimiento viene representado por la “episteme” (ciencia), dado que es el único conocimiento que versa sobre lo universal. Este es el saber propio del sabio, que habrá de entrenar su alma racional para alcanzarlo: la dialéctica es para Platón ese entrenamiento, el paso desde los conocimientos más imperfectos hasta el más perfecto, el de las ideas, dialéctica ascendente. Veamos el ejemplo del amor delBanquete:

   En "El Banquete" pone Platón en boca de Sócrates las distintas fases de esta “dialéctica del amor": debemos iniciarnos en la aspiración absoluta de la Belleza empezando por el anhelo por la belleza sensible, la belleza que se encuentra en los cuerpos, para pasar a la comprensión de la belleza de las almas, la belleza de las buenas acciones y de las leyes justas, la belleza de las ciencias, la belleza de la filosofía y, finalmente la comprensión de la existencia de una belleza absoluta o Idea de Belleza.
   Pues la dialéctica tiene dos direcciones. La dialéctica ascendente es la que va del mundo sensible al inteligible, conociendo todas las ideas hasta llegar  a la idea suprema de bien. La dialéctica descendente es aquella que, desde el mundo inteligible, desciende al mundo sensible para aplicar en él el conocimiento de las ideas adquirido anteriormente.

ESQUEMA DE LO ANTERIOR:
● Definición: Conocer es conocer lo UNIVERSAL = las IDEAS
● Grados de conocimiento:
INTELECTUAL (“EPISTEME” O CIENCIA)
INTUICIÓN (“NOESIS”) CTO. DE LAS IDEAS DIALÉCTICA: ASCENDENTE Y DESCENDENTE
RAZÓN DISCURSIVA (“DIANOIA”): CTO. DE ENTIDADES MATEMÁTICAS
SENSIBLE (OPINIÓN O “DOXA”)
CREENCIA (“EIKASIA”): CTO. DIRECTO DEL MUNDO SENSIBLE.
CONJETURA (“PISTIS”): CTO. INDIRECTO DEL MUNDO SENSIBLE.

   Pero ese conocimiento no parece fácil de lograr, es necesaria una vida dedicada al saber. Aún así, siendo las ideas tan especiales y al parecer tan alejadas del mundo que habita el hombre ¿puede el alma racional llegar realmente a conocerlas? Esta dificultad es parcialmente salvada por Platón gracias a  la teoría de la reminiscencia (anámnesis) que nos ofrece en sus diálogos Menón o Fedón. Según ella el alma, siendo inmortal, al abandonar el cuerpo es posible pensar que entre en contacto con aquellos objetos de su misma naturaleza (esenciales, inmateriales, eternos…), es decir, con las ideas. Ese alma, al reencarnarse en otro cuerpo olvida lo aprendido, pero al entrar en contacto con los objetos sensibles que son copia de las ideas, puede “recordarlas” (incluso el hombre más indocto comprende que llamamos bellas a cosas diferentes –una acción, una estatua, un amanecer…-porque todas ellas coinciden en algo así como “la belleza”, aunque en principio no sepa definirla). Aprender es, por lo tanto, recordar, de algún modo el alma racional está “preparada” para la verdad (se halla en “nuestro interior” como diría Sócrates, sólo hay que preparar nuestra razón para sacarla a la luz).

Antropología: La concepción dual del hombre.
   En cuanto a la concepción de la naturaleza del hombre, Platón está fuertemente influido por los pitagóricos y el orfismo. Al igual que ellos lo considera un compuesto de:
   Cuerpo: es terrenal, y por tanto generable y corruptible. Es un obstáculo para alcanzar el perfecto conocimiento de las Ideas; por lo que, por sí mismo a lo más que puede aspirar es a ese conocimiento de segundo orden, que Platón, siguiendo a Parménides, llama doxa (parecer, opinión).
   Alma: después de su primer viaje a la Magna Grecia Platón comienza a introducir en sus Diálogos la concepción de un alma inmortal (idea procedente de los pitagóricos que la habían tomado, a su vez, del orfismo). Según Platón el alma tiene su origen en el mundo de las Ideas. Esta alma tiene tres partes con una facultad, o función, cada una: la concupiscible o apetitiva, que es la facultad por la cual deseamos los placeres; la irascible o volitiva, que es la facultad de la ira y de la voluntad; sometidas ambas a la parte racional o nous (a veces ésta aparece en los escritos platónicos como la única parte del alma que es eterna), en la que reside la facultad del conocimiento. Cuando las pasiones dominan y desobedecen al gobierno de la razón caen de ese mundo inteligible y tienen que encarnarse en un cuerpo como castigo (Fedro). De este modo, mítico otra vez, explica Platón cómo pasan las almas del mundo inteligible, al que pertenecen, al mundo sensible. En el alma reside, pues, el nous, la capacidad de conocimiento intelectual.
  En el Fedro explica Platón la naturaleza del alma a través de un mito, el del carro alado: el alma habita originalmente la región supraceleste donde tiene la posibilidad de contemplar las Ideas. Ahora bien, el alma es como un tronco de caballos y un auriga. Uno de los caballos es dócil y sigue las instrucciones del auriga, pero el otro, arrastrado por los deseos, se muestra díscolo y finalmente, hace caer al carro. (En este mito aparece desarrollada en forma simbólica la concepción platónica de la naturaleza tripartita del alma -que aparecerá expuesta de modo claro en Diálogos posteriores- El caballo dócil simboliza la parte irascible o volitiva del alma donde radica el valor y la voluntad; el caballo díscolo simboliza la parte concupiscible o apetitiva del alma, donde radica el deseo de placeres, y el auriga simboliza la parte racional del alma). Una vez caída al mundo terrestre, sensible, el alma tendrá que encarnarse en un cuerpo.
   En algunos de sus libros (Fedro, República) Platón acepta la tesis pitagórica de la reencarnación, según la cual el alma se reencarnaría, al morir el cuerpo, en uno u otro elemento según el tipo de vida que hubiese llevado en la reencarnación anterior.

Ética platónica.
    Como consecuencia de su división del mundo en mundo sensible y mundo inteligible, el conocimiento del bien, del buen gobierno, de la justicia, etc., ya no radica en meras definiciones, sino que tales cosas tienen entidad por sí mismas: tienen su propio mundo al que pertenece el alma inmortal humana. Como además el mundo inteligible pasa a ser el auténticamente real, y el alma pertenece a ese mundo, ahora lo que interesa sobre todo no será ningún tipo de éxito en nuestro mundo físico, lo que interesa por encima de todas las cosas es, por decirlo así, el éxito para el alma. 
   A partir de aquí el término virtud adquiere, en Platón, tres sentidos, que no se dan por separado sino vinculados a su teoría de las Ideas y a su concepción del alma:

1. Virtud como sabiduría: por influencia de Sócrates la virtud sigue siendo considerada como sabiduría (sabiduría que sólo se alcanza en un “ver” que realiza el alma a través del nous). Platón defiende, al igual que su maestro Sócrates, un intelectualismo ético o moral: sólo puede obrar bien quien conoce lo que es el bien. La diferencia es que ahora el Bien, la Justicia, y demás, son considerados entidades subsistentes por sí mismas. 

2. Virtud como purificación: por influencia del orfismo y el pitagorismo la virtud es considerada como purificación (por la cual el alma se libera del cuerpo); con el orfismo surge la concepción del alma como inmortal. Esta concepción es asumida por los pitagóricos que consideran que el alma es inmortal y se reencarna tras la muerte del cuerpo, que es concebido como una cárcel para el alma. Por todo ello, tanto el orfismo como los pitagóricos consideran necesaria la purificación, entendiendo por tal un proceso por el cual el alma se va liberando paulatinamente del cuerpo. En el caso de Platón esta liberación tendría por objeto último que el alma, ya enteramente libre, y sin necesidad de reencarnarse en otro cuerpo, pudiera contemplar las Ideas.
3. En virtud de su propia concepción tripartita del alma, la virtud es considerada como justicia (entendiendo por tal una armonía entre las facultades del alma). Platón sostiene que el alma tiene tres funciones (a veces habla de tres almas distintas). Estas funciones son: la concupiscible o apetitiva, la irascible o volitiva y la inteligible o racional. Pues bien, a cada una de estas tres funciones le corresponde su virtud particular. Tenemos así:
(1) La templanza (sophrosyne): es la virtud propia del alma en su función concupiscible; por ella el alma modera sus apetitos corporales.
(2) La fortaleza o valor (andreía): es la virtud propia del alma en su función irascible. Es la que mueve al alma a superar las dificultades en su ascensión hacia el mundo de las Ideas.
(3) La sabiduría o prudencia (phrónesis,); es la virtud propia del alma en su función racional. Es esta virtud la que acerca al alma al mundo de las Ideas. (De nuevo aparece aquí la virtud como sabiduría, pero ahora dentro de un esquema más general).
   Cuando se dan estos tres tipos de virtudes se da la justicia, que Platón, siguiendo la concepción general que tiene el mundo griego de la justicia, entiende como orden o armonía (en este caso entre las tres funciones del alma).  Pero la justicia no se da siempre, y ello puede deberse fundamentalmente a dos motivos: 1) cuando el alma en su función concupiscible no cumple con su virtud específica, esto sucede siempre que el individuo confunde el placer con la felicidad; 2) cuando el alma en su función irascible no cumple con su virtud específica, y esto sucede siempre que los individuos confunden la ambición con la felicidad.  

Política platónica.
    En los primeros tiempos de constitución de las polis la participación en los asuntos públicos ocupaba una buena parte del tiempo de la aristocracia; más tarde con el triunfo de los sistemas democráticos, la dedicación de una buena parte de sus vidas a los asuntos públicos se extendió a todos los ciudadanos (categoría en la que no entran, ni las mujeres ni los esclavos, ni los extranjeros residentes en las polis). Para un griego de la época arcaica o clásica es inconcebible una vida enteramente humana fuera de la polis.  Y en esto Platón es un buen griego; desde muy joven tuvo inquietudes políticas, y si renunció a una participación activa en la vida política de Atenas se debió a su falta de fe en los sistemas imperantes (después de comprobar cómo sucesivamente la oligarquía y la democracia tenían comportamientos poco virtuosos). Es en la polis, donde el hombre se realiza como tal, donde alcanza la virtud, la excelencia, donde el hombre da lo mejor de sí. Sin embargo, Platón introduce en su reflexión filosófica elementos poco griegos, fundamentalmente la idea de un alma inmortal que hay que cuidar (a pesar de toda la tradición órfica y pitagórica, estas ideas seguían siendo un poco extrañas a la mentalidad griega); y en dependencia de su concepción del alma pondrá Platón a la política. 
    Platón no se limita a describir un Estado justo, sino que además elabora una especie de filosofía de la historia que pretende mostrar el proceso de corrupción a que se ve abocado todo gobierno. Veamos este proceso: 
Aristocracia: es la mejor forma de gobierno, es el gobierno de los mejores, de los más justos y sabios. Pero  acabará degenerando tarde o temprano; a causa, por ejemplo, de una mala elección de los que han de gobernar. Los nuevos gobernantes, que ya no estarán correctamente formados, se aliarán con los guerreros para someter al pueblo y desproveerlo de sus propiedades, dando origen así a la timocracia. 
Timocracia: es un tipo de gobierno intermedio entre la aristocracia y la oligarquía. Como tal conserva algo de las virtudes del sistema aristocrático, tales como el respeto por las leyes y los magistrados, así como el valor propio de los guerreros. Pero no es un gobierno regido por la sabiduría y la justicia sino por la ambición y la cólera, propias del carácter de los guerreros. Esto les lleva a un afán de riquezas y propiedades, lo que hará que finalmente sólo se les preste atención a éstas, degenerando en una oligarquía, en un gobierno de los ricos. 
Oligarquía: es aquel tipo de gobierno movido por la codicia y la avaricia. Arrastra consigo múltiples vicios, tales como: (1) Se elige a los gobernantes en función de la riqueza y no de la capacidad para dirigir el Estado. (2) Genera una división en el seno del Estado entre dos clases enfrentadas: ricos y pobres. (3) Los ricos tienden a acaparar cada vez más riqueza, con lo que habrá cada vez más pobres, con sus secuelas de miseria e inseguridad. Finalmente, las revueltas del pueblo acabarán instaurando la democracia. 
Democracia: es el gobierno del pueblo. Es el tipo de gobierno regido por la libertad. En principio puede parecer el más dulce de los gobiernos, pero llevada a sus extremos la defensa de la libertad hace que toda forma de poder sea vista como insufrible, por lo que no se respeta la autoridad de los magistrados ni de las leyes. Sucede, además, que los más ricos ven peligrar sus fortunas a manos de los demagogos que incitan al reparto de bienes, por lo que conspiran continuamente contra la democracia. Para acabar con esta situación de caos el pueblo encumbra a alguien que se erige en su defensor dando origen así a la tiranía. 
Tiranía: surge como degeneración de la democracia. El pueblo pone el poder en manos de un individuo para que imponga orden en el Estado y defienda sus intereses contra los oligarcas. Pero una vez en el poder el protector del pueblo, en cuyas manos se ha puesto una guardia, elimina a quienes pueden estorbarle, y busca la forma de hacerse imprescindible para mantenerse en el poder (por ejemplo, provocando guerras con otros Estados). Se instaura así la tiranía, que impone el poder arbitrario en el Estado, y acaba sometiendo a los ciudadanos como si fuesen esclavos. 

   En La república, y más tarde en las Leyes, describe lo que habría de ser un Estado ideal. El fundamento de ese Estado ideal habría de descansar en la virtud, entendida ahora como justicia. Es decir, sólo cuando se da la justicia puede funcionar bien la Ciudad. Pero ya hemos dicho que los griegos, y Platón entre ellos, entienden la justicia como orden, como estar cada cosa en su lugar. Así, un alma es justa cuando cada parte cumple la función que le corresponde, se mantiene en su lugar. Pues bien, siguiendo el mismo esquema que había aplicado a la descripción de las funciones del alma, el Estado Justo debería estar compuesto por tres estamentos, cada uno de los cuales cumpliendo con su misión específica: 
1. El de los agricultores, artesanos y comerciantes: serán los encargados de producir los bienes necesarios para la vida de toda la población. Serán los únicos que tengan derecho a tener propiedad privada. Tendrán como virtud característica la templanza
2. Los guerreros-guardianes: serán los encargados de defender a los ciudadanos de sus enemigos. Serán elegidos de entre los ciudadanos más fuertes y valerosos; el valor (andreía) ha de ser la virtud que los caracterice. 
3. El de los gobernantes-filósofos: serán los encargados de dirigir a los ciudadanos. Serán elegidos de entre los guerreros más sabios y prudentes. Tienen que tener un perfecto conocimiento del mundo de las Ideas, ya que sólo quien conoce lo que es el Bien en sí, la Justicia en sí, podrá ser realmente justo y bueno y dirigir a los demás por el camino de la justicia. Ésta es la razón por la que los gobernantes han de ser filósofos.
   Cuando cada uno de estos estamentos cumpla con su virtud específica se dará la Justicia.   
    Aunque este Estado ideal se desarrolla según una división en clases de la sociedad, Platón considera que estos estamentos (al revés de como funcionaba el sistema aristocrático tradicional) no deberían ser estancos. La pertenencia o no pertenencia a un estamento no vendría dada por herencia o la riqueza sino que, según las capacidades demostradas desde niño. La educación de niños y niñas se hará por parte de la polis (ciudad-estado), se educaría a los ciudadanos y según sus méritos formarían parte de uno u otro estamento. Como novedad señalar que Platón no excluye a las mujeres, como sí sucedía en la vida cotidiana de la época, de su participación en la vida política o militar, por lo que también éstas podrían formar parte de la casta gobernante o militar -en caso de reunir las virtudes adecuadas-. 

ARISTÓTELES: ANTROPOLOGÍA, ÉTICA Y POLÍTICA

 

Antropología.  

La teoría de la sustancia mantenida por Aristóteles le apartará también de la interpretación platónica del hombre. Platón, en efecto, había concebido al hombre como el resultado de una unión accidental entre el alma y el cuerpo, dos entidades de naturaleza diferente que se veían obligadas a convivir provisionalmente, hallándose el alma en el cuerpo como un piloto en su nave o, como nos sugiere en el Fedón, como un prisionero en su celda. La muerte significa para el hombre la separación del alma y el cuerpo. Siendo el alma inmortal y el cuerpo corruptible, Platón identificará al hombre propiamente con su alma, por lo que, de alguna manera, concibe la idea de que el fin de la vida del hombre está más allá de su vida en la tierra.

Aristóteles, sin embargo, ha de concebir al ser humano de acuerdo con su teoría de la sustancia, es decir, en consonancia con la idea de que no es posible la existencia de formas separadas: la sustancia es un compuesto indisoluble de materia y forma. Además, todas las sustancias del mundo sublunar están sometidas a la generación y a la corrupción. El hombre, pues, ha de ser una sustancia compuesta de materia y forma: la materia del hombre es el cuerpo y su forma el alma. Aristóteles acepta, como era admitido entre los filósofos griegos, la existencia del alma como principio vital: todos los seres vivos, por el hecho de serlo, están dotados de alma, tanto los vegetales como los animales. Pero interpreta también que ese alma es la forma de la sustancia, es decir, el acto del hombre, en la medida en que la forma representa la actualización o la realización de una sustancia. Coincidirá pues, con Platón, en la concepción de que el hombre es un compuesto de alma y cuerpo; pero se separará de Platón al concebir esa unión no como accidental, sino como sustancial. No existen el alma por un lado y el cuerpo por otro lado, sino que ambos existen exclusivamente en la sustancia "hombre" la distinción entre alma y cuerpo es real, pero sólo puede ser pensada. Por lo demás, el alma no puede ser inmortal, como afirmaba Platón, ya que no es posible que subsistan las formas separadamente de la materia. Cuando el hombre muere se produce un cambio sustancial y, como hemos visto en la explicación aristotélica del cambio, eso supone la pérdida de una forma y la adquisición de otra por parte de la sustancia "hombre": la forma que se pierde es la de "ser vivo" (lo que equivale a decir "ser animado"), y la forma que se adquiere es la de "cadáver" (lo que equivale a decir "ser inanimado").

Aristóteles distinguirá en su tratado "De Anima" tres tipos de alma: la vegetativa, la sensitiva y la racional. El alma vegetativa ejerce las funciones de asimilación y de reproducción y es el tipo de alma propio de las plantas; asume, por lo tanto, las funciones propias del mantenimiento de la vida, en lo que podríamos considerar su escala más baja, ya que son ajenas a ella todas las funciones sensitivas así como el control del movimiento local. Dado que estas funciones vitales son comunes a todos los seres vivos todos han de poseer un tipo de alma capaz de realizarlas.

El segundo tipo de alma, superior al alma vegetativa, es el alma sensitiva, el alma propia de los animales. No sólo está capacitada para ejercer las funciones vegetativas o nutritivas, sino que controla la percepción sensible, el deseo y el movimiento local, lo que permite a los animales disponer de todas las sensaciones necesarias para garantizar su supervivencia, tales como las derivadas del gusto y el tacto; ello permite también a los animales disponer de imaginación y memoria dos facultades que, para Aristóteles, derivan directamente de la capacidad sensitiva de los animales.

El tercer tipo de alma, superior a las dos anteriores, es el alma racional. Además de las funciones propias de las almas inferiores, la vegetativa y la sensitiva, el alma racional está capacitada para ejercer funciones intelectivas. Es el tipo de alma propia del hombre. Siendo el alma la forma del hombre no puede existir más que un alma que ha de realizar tanto las funciones "irracionales" de la nutrición y la sensación, como las funciones racionales, intelectivas, la capacidad de razonar. Las funciones "irracionales" son las señaladas anteriormente para los otros tipos de alma. Las funciones racionales o intelectivas son el conocimiento de la verdad en sí misma (la capacidad del conocimiento científico), y el conocimiento de la verdad con fines prácticos (la capacidad deliberativa). Para Aristóteles, pues, el alma es no sólo principio vital, sino, al igual que para Platón, principio de conocimiento. De hecho, Aristóteles definirá el hombre como animal racional, atendiendo precisamente al tipo de alma que le es propia; aunque en la Política lo defina, atendiendo también a las características de su naturaleza, como animal social o "político".

Se ha discutido si Aristóteles aceptaba algún tipo de inmortalidad del alma racional. Parece claro que no respecto a las funciones vegetativa y sensitiva, que no tienen sentido separadas del cuerpo; también así lo parece respecto a la parte intelectiva, en cuanto se mantiene en el De Anima la concepción de la sustancia y, por consiguiente, la imposibilidad de la existencia separada de las formas, que constituye el núcleo de la crítica a la teoría de las Ideas de Platón. La cuestión, sin embargo, se oscurece al hablar de la parte activa del entendimiento, a la que se refiere en el De Anima como siendo inmortal. ¿Cómo cabe entender esta afirmación en relación con su teoría de la sustancia, que hace imposible una interpretación dualista de su antropología? ¿Es una simple metáfora en relación con la "inmortalidad" de la actividad intelectual? El tema será discutido por los averroistas latinos, entre otros, quienes considerarán que Aristóteles se refiere a un entendimiento en acto puro que se identificaría con Dios, pero no al entendimiento individual, que sería mortal. Opinión distinta mantendrá Santo Tomás de Aquino, considerando que del silencio aristotélico respecto a la inmortalidad individual del entendimiento agente no se sigue su negación.

 

Natural = Lo que tiene en sí un principio de movimiento o estancia

Tipos de movimientos propios del hombre:
1. En tanto cuerpo: los de los elementos que lo componen.
2. En tanto ser vivo: crecimiento, nutrición, reproducción.
3. En tanto animal: sensaciones, deseos, apetencias y movimientos locales.
4. En tanto hombre:
4.1. Movimientos orientados a la acción, cuyo fin (causa) es la búsqueda de la felicidad. Hay a su vez dos tipos:
4.1.1. Movimientos en los que interviene el alma sensitiva + la racional que pone un tipo de racionalidad, la prudencia (phrónesis).
4.1.2. Movimientos en los que interviene exclusivamente el alma racional con el ejercicio de tres tipos distintos de racionalidad: la ciencia (la episteme), la inteligencia (el nous) y la sabiduría (sophía).
4.2. Movimientos orientados a la producción, guiados por un tipo de racionalidad concreta: el arte (la tékhne)

 

 

Ética

Aristóteles definía lo natural como aquello que tiene en sí un principio de movimiento. El hombre como sustancia natural tiene movimientos o tendencias al movimiento enraizados en sí mismo. Ahora bien, algunos de estos movimientos los tiene en común con las otras sustancias. Así, en tanto que es cuerpo y que habita el mundo sublunar, el hombre tiene movimientos propios de los elementos. En tanto su alma engloba la vida vegetal tiene los movimientos propios de ésta: crecimiento, nutrición y reproducción; y en tanto que engloba la vida animal, tiene los movimientos propios de los animales: sensaciones, deseos, apetencias y movimientos locales.

Pero el hombre tiene además movimientos que le son propios en tanto hombre, es decir, que no tiene en común con ninguna otra sustancia. Estos movimientos son de dos tipos:

1. Orientados a la acción (praxis).

2. Orientados a la producción (poiesis).

Del primer tipo de movimientos propios (es decir, exclusivos) del hombre, se ocupan la ética y la política; del segundo tipo, las ciencias apropiadas al objeto a producir (poética, retórica, arquitectura, medicina, etc.).

Los movimientos propios del hombre están orientados a un fin. Ahora bien, se pueden distinguir dos tipos de fines:

1. Fines útiles como medios: los que mueven al hombre pero sólo como medios para conseguir otros fines. No son, por tanto, válidos por sí mismos. Ejemplo: tomar una medicina, se realiza no por sí mismo sino con vistas a sanar.

2. Fines últimos: serán los que no están condicionados por otros y valen, por lo tanto, en sí mismos. Aristóteles señala que el fin o bien último es conseguir la felicidad.

Así, pues, el fin último que intenta conseguir siempre el hombre es la felicidad (eudaimonia). El problema será decidir en qué consista esta felicidad. Para algunos hombres, consistiría en el placer, para otros en el honor, riquezas, o poder. Aristóteles considera que la felicidad consiste en realizar aquella actividad que le es más propia y natural al hombre, aquella por la cual el hombre es hombre: ésta es la actividad intelectual, y como culminación de ésta, la sabiduría. Ésta sería la forma suprema de felicidad que le estaría reservada al hombre, y a la cual ha de subordinar otras formas de felicidad.

Para conseguir la felicidad, tanto en el terreno intelectual como en el sensible, Aristóteles dice que se debe practicar la virtud. En el mundo heleno se concibe la como habilidad, capacidad, destreza para algo. También en Aristóteles sigue dominando esta concepción de que la virtud es una habilidad, una capacidad; pero ahora cambia el sentido de esta habilidad, de esta capacidad, ya que el objetivo de la virtud es alcanzar la felicidad (y no la purificación, o la justicia entre las partes del alma, como en Platón; ni el triunfo político y social, como en los sofistas). Aristóteles entiende la virtud como un hábito, como una disposición permanente a cumplir el fin (la felicidad). Ahora bien, hemos dicho que la felicidad superior consiste en realizar aquello que es propio del hombre: la actividad intelectual, aquella que radica en la parte racional del hombre, en la inteligencia (el nous). Pero además el hombre tiene apetencias sensibles (debido a la parte sensitiva del alma), de ahí que Aristóteles distinga dos tipos de virtudes:

Virtudes dianoéticas: Son las debidas al proceder de la inteligencia (el nous), es decir, virtudes intelectuales. Puesto que la felicidad superior consiste en la actividad intelectual, la disposición permanente a esta actividad es una forma de virtud, y, como consecuencia, los distintos modos de actividad intelectual: el arte (tékhne), la prudencia (phrónesis), la ciencia (episteme), la inteligencia (nous) y la sabiduría (sophía), son distintos tipos de virtudes intelectuales.

Virtudes morales: El hombre también tiene movimientos sensibles, deseos y apetencias; es decir, acciones que nacen de su alma sensitiva; pues bien, el regir estos movimientos por el intelecto constituye otro tipo de virtudes que Aristóteles denomina virtudes morales. Este regir las acciones nacidas del alma sensitiva por el intelecto lleva a imponer a las propias acciones un cierto orden, una cierta medida, de modo que la virtud, en este caso, consistirá en un cierto "hábito" por el que se trata de evitar los excesos y mantenerse siempre en el medio entre dos exageraciones. Aristóteles define la virtud moral como una "disposición voluntaria adquirida (hábito) dirigida por la razón y que consiste en el término medio entre dos vicios". En esta definición encontramos las tesis éticas fundamentales de este autor:

 

·         la virtud se puede aprender, no depende de la naturaleza y no es una disposición innata sino del ejercicio de la libertad, la repetición de actos.

·         La virtud es un hábito, es decir una disposición que se crea en nosotros para la realización de una tarea o actividad y es consecuencia del ejercicio o repetición: nos hacemos justos practicando la justicia, generosos practicando la generosidad, valientes practicando la valentía.

·         La virtud moral se realiza en un sujeto a partir de lo que su razón le enseña como bueno; para la vida buena es necesaria la perfección de la razón (como ya habían señalado Sócrates y Platón) de ahí que la virtud intelectual que llamamos prudencia sea fundamental también en el mundo moral; sin embargo, Aristóteles no defiende un intelectualismo moral radical pues no cree (como parece que era el caso de Sócrates) que para la vida buena sea necesario y suficiente que la razón nos sepa mostrar la conducta justa. En este punto Aristóteles se acerca al sentido común al indicar que si la voluntad de una persona no es buena, si no ha sido disciplinada y entrenada para la realización de lo correcto, aunque la razón le enseñe lo que es preciso hacer, es improbable que dicha persona lo haga.

·         La virtud consiste en saber dar con el término medio entre dos extremos, extremos que por ser tales son vicios. Para establecer lo que es mucho o poco en asuntos relativos al bien de las personas es preciso atender a las circunstancias, al sujeto que realiza la acción, sus necesidades y posibilidades, y para ello introduce Aristóteles la idea del término medio respecto a nosotros: en la moralidad el término medio se predica de las pasiones, los sentimientos y las acciones pues, dice este filósofo, en el temor, el atrevimiento, la apetencia, la ira, la compasión, y en general en el placer y el dolor caben el más y el menos, y ninguno de los dos está bien. El término medio es lo que no sobra ni falta, y no es único ni igual para todos. Parece claro, por ejemplo, que respecto de ser buen estudiante lo que para unos es muchas horas de estudio para otros es poco, y establecer el tiempo adecuado depende de las circunstancias y de las personas; o que, en relación con la humildad o el descaro, no hay un término matemático que corresponda a la conducta válida en todo momento y lugar pues en unas circunstancias lo correcto será mostrarse efusivo y cordial y en otras mantener una cierta distancia y no demasiada emotividad. En resumen, y utilizando las propias palabras de Aristóteles, si se vive la pasión o el sentimiento o se realiza la acción "cuando es debido, y por aquellas cosas y respecto a aquellas personas y en vista de aquello y de la manera que se debe, entonces hay término medio y excelente, y en esto consiste la virtud".

 

Sin embargo, Aristóteles también afirmará que no toda acción ni toda pasión admite el término medio, pues hay cosas malas en sí mismas: pasiones malas en sí mismas son la malignidad, la desvergüenza y la envidia, y malas acciones en sí mismas el adulterio, el robo y el homicidio.

Como ejemplos de virtud cabe señalar el valor (término medio entre la temeridad y la cobardía), la templanza (término medio entre la intemperancia o libertinaje y la insensibilidad) la generosidad (término medio entre el derroche y la tacañería); la virtud más importante es la justicia.



FILOSOFÍA HELENÍSTICA

El periodo helenístico se caracteriza por la extensión del mundo y la cultura griega debido a las conquistas de Alejandro Magno. A las escuelas que surgen en este periodo se las ha llamado, a veces, escuelas de felicidad, porque lo que buscan es precisamente conseguir la felicidad y compartirla con todos aquellos que se acerquen por sus escuelas.
Las primeras, cronológicamente hablando, son las socráticas menores como la escuela cínica

EL ESTOICISMO
De acuerdo con esta escuela o corriente filosófica, la Naturaleza entera se halla gobernada por una "razón" providente y divina (Lógos) que dirige sabiamente el "destino" de las cosas y de los hombres. Es insensato e inútil intentar cambiar el plan de esa providencia divina. Ocurre siempre lo que tiene que ocurrir, del modo exacto en que tiene que hacerlo. Por eso, nuestro deber como seres dotados de razón es aprender a "vivir de acuerdo con la naturaleza"; o, lo que es lo mismo, de acuerdo con el Lógos eterno que lo gobierna providencialmente todo. En esta conformidad de la acción con el Lógos consiste la areté o virtud moral.
Según los estoicos, es "sabio" (phrónimos) el hombre que acepta y consiente con entereza y serenidad el "destino" que el "orden" y las "leyes" de la Naturaleza le deparan. Esta aceptación tranquila del propio destino se alcanza mediante el control y el dominio de las pasiones, los impulsos y los afectos por parte de la razón individual, que está en comunicación con la razón eterna y universal que gobierna el mundo y que "participa" esencialmente de ésta
Los estoicos llamaron apátheia o apatía a esta suerte de dominio o de control racional sobre los propios impulsos, pasiones y afectos. Mediante la práctica escrupulosa y sostenida de este autocontrol o autodominio, el "sabio" llega a ese estado de imperturbabilidad espiritual. Y, según los estoicos, esta apatheia insensibilidad o impasibilidad del alma lleva a la ataraxia (serenidad; tranquilidad de ánimo) y representa la única forma de felicidad a la que resulta legítimo o moralmente aceptable aspirar.
El estoicismo sostiene que la finalidad última de toda actuación no debe ser el logro de la felicidad, sino la práctica del bien, el ejercicio de la "virtud" (que consiste, como hemos visto, en el comportamiento de acuerdo con la razón que lo gobierna todo). No debemos aspirar a ser felices, sino a ser buenos.

EL HEDONISMO EPICÚREO.
El hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. El bien supremo es el placer.
La doctrina que predicó Epicuro de Samos ha sido modificada o confundida a través de la historia, hasta el punto que algunos lo toman como un libertino mientras que otros lo consideraron un asceta. Epicuro consideraba que la felicidad consiste en vivir en continuo placer, porque para muchas personas el placer es concebido como algo que excita los sentidos. Epicuro consideró que no todas las formas de placer se refieren a lo anterior, pues lo que excita los sentidos son los placeres sexuales. Según él, existen otras formas de placer que se refieren a la ausencia de dolor o de cualquier tipo de aflicción. También afirmó que ningún placer es malo en sí, sólo que los medios para buscarlo pueden ser el inconveniente, el riesgo o el error.
Tipos de deseos:
·    Deseos naturales y necesarios: las necesidades básicas físicas, como alimentarse, calmar la sed, abrigarse y el sentido de seguridad.
·      Deseos naturales e innecesarios: la conversación amena, la gratificación sexual y las artes.

Dentro de los deseos innaturales e innecesarios: la fama, el poder político, el prestigio.

Epicuro formuló algunas recomendaciones con respecto a estas categorías:
· Debemos satisfacer los deseos naturales necesarios de la forma más económica posible.
· Podemos perseguir los deseos naturales innecesarios hasta la satisfacción de nuestro corazón, no más allá.
·  No debemos arriesgar la salud, la amistad o la economía en la búsqueda de satisfacer un deseo innecesario, pues esto sólo conduce a un sufrimiento futuro.
· Hay que evitar por completo los deseos innaturales e innecesarios pues el placer o satisfacción que producen es efímero.
Los epicúreos sostenían que el placer verdadero es alcanzable tan solo por la razón. Hacían hincapié en las virtudes del dominio de sí mismo y de la prudencia.
El epicureísmo identificaba el placer con la tranquilidad y enfatizaba la reducción del deseo sobre la adquisición inmediata del placer. Epicuro argumentaba que el placer más alto consiste en una vida simple, moderada, complementada con discusiones filosóficas entre amigos. Enfatizaba que no era bueno hacer algo que a uno le haga sentir bien si después de experimentarlo denigraría las experiencias posteriores y no le permitiría sentirse bien. Así mismo afirmaba que a veces por tener placeres momentáneos intensos se sacrifica el bienestar posterior. Epicuro entendía por placer la ausencia de dolor.

CINISMO
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su manera de pensar.
El cinismo es una filosofía teórica y una práctica, pero también una forma de vida, aunque esta característica se empezó a perder enseguida, es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la sabiduría y la ascesis. Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros movimientos es precisamente la importancia que dan a la ascesis, la práctica continua del ejercicio mental y físico, como camino para conseguir un estado de ánimo apropiado para alcanzar la autosuficiencia, que les libere de los imprevistos y les endurezca para permanecer impasibles ante "adversarios existenciales" como el hambre, el frío o la pobreza, que no dependen de ellos.
El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz. El segundo origen tiene que ver con comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les apodaba con ese nombre (kinicós). Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los modos de vida sociales.
El sabio cínico considera que para alcanzar la felicidad es necesario la libertad, la autosuficiencia y el desapego.

ANTÍSTENES
Antístenes fue el prototipo de sabio austero y solitario, con una confianza radical en el ser humano individual y una desconfianza total en las instituciones de cualquier clase.
El cambio es tan radical que se manifiesta también externamente, viste ahora un manto, un zurrón y un bastón, indumentaria que se convierte en el uniforme del cínico. Prescinde de una manera decisiva de todo lo que no puede llevar encima, con la intención de librarse de los caprichos de la fortuna y regir su propio destino. El objetivo es alcanzar la felicidad y esto se consigue si uno depende sólo de sí mismo. Lo fundamental para el cínico es la autarquía (autosuficiencia), es decir la independencia de todo condicionamiento exterior, la autosuficiencia, que puede aprenderse pero que requiere un esfuerzo. En cierta ocasión afirmó que la mayor dicha era sin duda, morir feliz.
Antístenes vivía según su propia ley. Las leyes establecidas, las convenciones sociales no eran para este sabio, que como todos los cínicos despreciaba las normas, las instituciones, las costumbres y todo lo que representa una atadura para el hombre. Predicaba una vuelta a la naturaleza como revulsivo a la domesticación social y cultural que se imponía en las ciudades.
Cuando le preguntaron qué es lo que había aprendido de la filosofía, respondió: “ser capaz de hablar conmigo mismo”.
Al preguntarle qué cosa era lo mejor para los hombres, dijo: “morir felices”.
Decía que por todo equipaje se debería llevar sólo el que en caso de naufragio, pudiera nadar con él.
Hay que prestar atención a nuestros enemigos, porque son los primeros en descubrir nuestras debilidades”.
La virtud del hombre y de la mujer son la misma”.

DIÓGENES DE SINOPE
La figura de Diógenes enseguida pasó a ser una leyenda de provocación y la imagen del sabio cínico por excelencia, de aspecto descuidado, burlón y sarcástico.
Su forma de vida perruna, su estilo agresivo, su comportamiento siempre en contra, le diferencian sin confusiones. Vivía en un tonel, buscaba a plena luz del día con un candil, nada menos que al hombre, se masturbaba en público, comía carne cruda. Si alguien es el prototipo de trasgresor, ese es Diógenes de Sinope.
Cuentan que un buen día decidió consultar al oráculo y recibió como respuesta "invalidar la moneda en curso", que como todas las respuestas de los oráculos era enigmática. Dicha respuesta tenía al menos tres sentidos: falsificar la moneda, modificar las leyes o transmutar los valores. Diógenes no quiso elegir e hizo las tres cosas, el resultado fue la expulsión y el destierro de Sinope. “Ellos me condenan a irme y yo les condeno a ellos a quedarse”, fue su irónico comentario. Optó por llevar una vida austera y adoptó la indumentaria cínica, como su maestro.
Desde sus comienzos en Atenas mostró un carácter apasionado, llegando Platón a decir de él, que era un Sócrates que había enloquecido. Pone en práctica de una manera radical las teorías de su maestro Antístenes.
La leyenda cuenta que se deshizo de todo lo que no era indispensable, incluso abandonó su escudilla cuando vio que un muchacho bebía agua en el hueco de las manos. Conoció a algunos de los filósofos y gobernantes de la época, se cuenta la anécdota de que estando un día en las afueras de Corinto, se le acercó a Alejandro Magno y ofreció concederle lo que quisiera, a lo que el filosofo respondió simplemente: “apártate a un lado que me quitas el sol”. Esta anécdota pretende reflejar claramente que el sabio no necesita nada de los poderosos, que está por encima de las riquezas materiales y de la ambición del poder.
Cuando fue puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, contestó "mandar, mira a ver si alguien quiere comprar un amo".
Cuando le invitaron a la lujosa mansión le advirtieron de no escupir en el suelo, acto seguido le escupió al dueño, diciendo que no había encontrado otro sitio más sucio.
Iba por la calle en pleno día, con la lámpara encendida, diciendo busco un hombre.
En cierta ocasión que se masturbaba en medio del ágora, comentó: ojalá fuera tan fácil librarse del hambre, frotándose la tripa.
En un banquete, algunos para hacerle una broma le echaron huesos como si fuera un perro, el fue y les meó encima, como un perro.
Cuando le preguntaron cuál era el vino que más le gustaba, dijo: el de los demás. 
En otra ocasión le preguntaron por qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos, a lo que respondió: porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca a ser filósofos.
Dijo que de la filosofía había sacado el estar preparado para cualquier eventualidad.
Dijo también considerarse ciudadano del mundo (cosmopolita).
Dijo que de la filosofía había sacado el estar preparado para cualquier eventualidad.
Dijo también considerarse ciudadano del mundo (cosmopolita).



VOCABULARIO POLÍTICO.

Absolutismo: Principio político según el cual la persona que ejerce el poder no está sujeta a ningún control;  su autoridad es absoluta, ilimitada. Para algunos representantes de esta teoría, la autoridad tiene su origen trascendente, divino. Prevaleció en Europa, sobre todo, entre los siglos XV y XVIII. Según el absolutismo el monarca no era responsable de nada de lo que hiciera. Estaba por encima de las leyes. Todo cuanto hiciera estaba autorizado a priori por los súbditos en virtud del contrato social. Teóricos destacados dos puntos Maquiavelo, Hobbes, Bobino, Bossuet…

Totalitarismo: Se dice del régimen político que ejerce fuerte intervención en todos los órdenes sociales de la vida de los individuos de una sociedad. Ejemplo fascismo y nazismo

Fascismo: Doctrina política de carácter nacionalista y totalitario cuyo principal teórico fue Benito Mussolini El nombre se deriva de la palabra italiana “fascio” que significa haz, y que en la antigua Roma era el emblema que precedía a los cónsules. El conjunto de varas de madera formando un haz, símbolo de la fuerza que da la unión. El fascismo más que principios teóricos tiene un conjunto de principios de acción, es más bien una técnica de poder. Su lenguaje es vanguardista, pero sus instituciones son tradicionalistas. Trata de revivir épocas gloriosas pasadas y tiene todo un ceremonial público de grandes epopeyas. El Estado es sumamente poderoso y tiene como lema: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada en contra del Estado. Defiende el elitismo económico y social y sostiene ideas mesiánicas. Es militarista. Sus estructuras son rígidas y con autoridades altamente centralizadas. Ve la sociedad como una gran familia y al caudillo como al padre. La sociedad está organizada a base de corporaciones: Estado corporativo

Nazismo: Teoría y práctica de las doctrinas sostenidas por Adolfo Hitler, en que combinan nacionalismo y expresiones socialistas. Hitler se inspiró en las ideas fascistas de Mussolini. El nacionalsocialismo mezcló teorías racistas y proyectos de reformas sociales. Sostenía que la raza aria era la única raza pura, a la que pertenecían los alemanes. Practicaba el antisemitismo y culpaba a los judíos de todos los males que sufría la humanidad. No creía en la democracia. Era elitista. Para Hitler el Estado tiene un carácter de organización al servicio de un fin, que es el mantenimiento y el desenvolvimiento de una comunidad de seres humanos de la misma especie, tanto en lo físico como en lo moral. Internamente el Estado debe proteger y vigilar para que se mantenga la pureza de la sangre de la comunidad, y externamente, velar por que haya un espacio vital suficiente y que se lleve a cabo la dominación “natural” de la llamada raza aria. Dos poderosos auxiliares del Estado deben ser: la propaganda, dirigida a las masas, y la educación, dirigida a los individuos.

Tecnocracia: Gobierno en manos de los técnicos. Intervención de los técnicos en las funciones de gobierno de un Estado. En un régimen basado en la preeminencia de los especialistas, tales como economistas, ingenieros, físicos, etcétera, que hacen las determinaciones políticas. En la tecnocracia, por tanto, el poder político es ejercido por los técnicos y empresarios, es decir, por quienes ostentan el poder de la industria, las finanzas, la administración, por los altos funcionarios de los servicios públicos, sin exceptuar el ejército.

Democracia: etimológicamente tiene sus bases en el antiguo griego y se forma con los vocablos “demos”, que se traduce como “pueblo”, y “Kratós”, que puede entenderse como “poder” o “gobierno”. La noción comenzó a ser empleada en el siglo V antes de Cristo en Atenas.
Existen varios tipos de democracias. Cuando las decisiones se adoptan en forma directa por el pueblo, se habla de democracia directa o pura. Una democracia indirecta o representativa hace referencia al sistema donde las decisiones son tomadas por aquellas personas a los que el pueblo reconoce como sus representantes legítimos, los cuales son elegidos a través de un sufragio por todos los ciudadanos. Y estamos frente a una democracia participativa cuando el modelo político permite que los ciudadanos se organicen para ejercer influencia directa sobre las decisiones públicas.

La forma más común en la que se ejerce la democracia hoy en día son sistemas representativos, los cuales pueden ser presidencialistas (con un poder ejecutivo con una cabeza bien definida, como es el caso de las repúblicas con presidente, al cual lo ayudan ministros y secretarios), parlamentarios (un grupo de personas forman el parlamento en torno al cual gira las decisiones de gobierno existe presidente pero tiene poderes restringidos) y sistemas colegiados (una combinación entre sistemas parlamentarios y presidencialistas, donde el poder ejecutivo lo integran varias personas escogidas por el arlamento los cuales van turnándose el cargo de presidentes).


Anarquismo: Doctrina que trata de que se establezca una organización social basada en los acuerdos privados entre todos los miembros de la sociedad. De acuerdo con esta doctrina, debe desaparecer todo tipo de autoridad política, tanto del Estado como su función característica que es el gobierno. La asociación de los hombres debe ser completamente libre. Dentro del anarquismo hay dos corrientes una individualista que no busca la eliminación de la propiedad privada y otra colectivista que exige la propiedad común.

Anarquismo individualista: corriente impulsada por Max Stirner y por Pedro José Proudhon. Según Stirner, todo lo que sea ajeno al individuo es una cortapisa o una coacción a su realización plena. Preconiza una “asociación de los egoístas”. El yo, decía, rechaza toda ley que no sea la de su propio capricho y de cualquier otro fin que no sea él mismo. Proudhon por su parte esgrimía razones colectivistas para consagrar derechos individuales y a la comunidad la asignaba un papel de proteger la igualdad individual.

Anarquismo colectivista: los principales impulsores de esta corriente fueron Miguel Bakunin y Pedro Kropotkin. Los principales características de ésta son: Persigue destruir toda autoridad coercitiva, exige la propiedad común, cree en la felicidad de toda la comunidad, basada en la asociación voluntaria y en la ayuda mutua, desarrollada en alto grado; parte de que el hombre posee una bondad natural que ha sido tergiversada a través de la historia; preconiza la transformación del orden natural mediante la revolución; sostiene que los obreros controlen directamente la industria y la agricultura, sin la intervención de ninguna institución con poder, como el Estado o cualquier otra; la vida social debe estar regida por compromisos de cada uno con cada uno, establecidos espontáneamente como verdadero contrato social.

Comunismo sistema económico y social que se instaura cuando culmina el proceso socialista revolucionario marxista. Marx en El Capital analiza la economía capitalista, comienza con un análisis de la mercancía. Llamamos mercancía a cualquier cosa que es elaborada con vistas a su intercambio por cualquier otra. Toda mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio.
El valor de uso es el que tiene en virtud de sus "cualidades” específicas (así la harina, la tela, un coche, unos zapatos) que permiten satisfacer determinadas necesidades. 
El valor de cambio es el valor común a diverso tipo de mercancías y que permite cambiar unas por otras. Este valor es puramente cuantitativo, lo que permite, para facilitar los intercambios, medirlo en dinero. El valor de cambio es el valor social de un producto medido en horas/hombre necesarias para producirlo. La medida se hace por lo necesario para producirlo dada la situación de desarrollo social en ese momento
Dado que en la sociedad capitalista todo tiende a convertirse en mercancía, la fuerza de trabajo de cada trabajador acaba también convertida en mercancía. Si bien, en una mercancía muy especial, ya que es la que permite la producción de mercancías. El valor de cambio de esta mercancía se determina como el de cualquier otra, por el valor en horas/hombre del trabajo necesario para producir todo tipo de cosas que mantengan al trabajador y a su familia con vida y en condiciones de seguir produciendo. Ahora bien, el valor que produce el trabajador para el capitalista y el que éste le paga (lo necesario para su automantenimiento) son diferentes, y en esto radica la ganancia del capitalista. A esa diferencia llama Marx plusvalía. La plusvalía es la diferencia que hay entre lo que cuesta en cantidad de trabajo mantener al propio trabajador en condiciones de trabajar y lo que cuesta lo que éste produce. Este segundo valor es siempre mayor que el primero. La diferencia (que será tanto mayor cuanto más y mejor sea la organización social del trabajo) es apropiada por el capitalista, de donde saca ganancia (a costa de la explotación del trabajo del trabajador). 
La propia lógica del desarrollo del capitalismo será la que produzca las condiciones para su superación. En efecto, el capitalista necesita competir con sus mercancías en el mercado. Para hacerlo en condiciones ventajosas necesita acelerar la producción (con una producción cada vez a mayor escala, con mayor inversión en tecnología, etc.). Este desarrollo de la producción produce los siguientes efectos: (1) por un lado una concentración de capital en cada vez menos manos (la pequeña burguesía y los pequeños empresarios incapaces de competir acabarán arruinados y pasarán a engrosar las filas del proletariado). (2) Por otro, una sociedad cada vez más organizada y centralizada. Pues bien, llegará un momento en que esa sociedad ya perfectamente organizada podrá prescindir de la minoría dueña del capital, con una simple revolución (esa organización impuesta por las necesidades del sistema capitalista pasará a ser autoorganización). Ésta será la batalla definitiva en la lucha de clases, ya que, al ser ahora la inmensa mayoría de la población la que toma el poder en sus manos, no hay lugar para otra división en poseedores y desposeídos.
Los seguidores de Marx sostenían que todo poder político está siempre al servicio de una clase dominante, incluso el de las sociedades liberales y democráticas. Por ello, propugnaban:
1. La toma de poder del Estado por una vanguardia obrera que instaura­se una dictadura del proletariado.
2. Socializar los medios de producción (que pasarían a ser gestionados por el Estado).
3. Eliminar la propiedad privada, causa de las desigualdades sociales y de la explotación. Etapa socialista.
4. Finalmente, instauración del comunismo, que conlleva la destrucción del propio Estado (la sociedad, en la que ya no existiría la propiedad privada y, por lo tanto, la desigualdad entre clases, se organizaría ella sola). Puesta en practica del principio de “cada uno según sus posibilidades a cada uno según sus necesidades”
La revolución de 1917, que convirtió a Rusia en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (y la oleada de revoluciones que le siguieron en el Este de Europa, China, Cuba, etc.) se hizo siguiendo los plantea­mientos de Marx y Engels.