miércoles, 28 de septiembre de 2016

                
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            HESSEN, La esencia de la filosofía. Capítulo 1º: (Resumen).

¿Qué método podemos seguir para definir filosofía?
Se podría intentar, ante todo, obtener una definición esencial de la filosofía partiendo de la significación de la palabra. La palabra filosofía procede de la lengua griega y vale tanto como amor a la sabiduría, o lo que quiere decir lo mismo, deseo de saber,  de conocimiento. Es palmario  que esta significación etimológica de la palabra filosofía es demasiado general para extraer de ella una definición esencial.
Podría pensarse en recoger las distintas definiciones esenciales que los filósofos han dado de la filosofía en el curso de la historia y, comparándolas unas con otras, obtener una definición exhaustiva. Pero tampoco este procedimiento conduce al fin buscado. Las definiciones esenciales que encontramos en la historia de la filosofía discrepan tanto, muchas veces, unas de otras, que parece completamente imposible extraer de ellas una definición esencial unitaria de la filosofía. Compárese, por ejemplo, la definición de la filosofía que dan Platón y Aristóteles –que definen la filosofía como la ciencia pura y simplemente- con la definición de los estoicos y de los epicúreos, para quienes la filosofía es una aspiración a la virtud o a la felicidad, respectivamente. O compárese con la de Überweg según la cual la filosofía es: “la ciencia de los principios”. Tales divergencias hacen vano el intento de encontrar por este camino una definición esencial.
A tal definición sólo se llega, pues, prescindiendo de dichas definiciones y encarándose con el contenido histórico de la misma. Pero el procedimiento que acabamos de señalar parece destinado al fracaso, porque tropieza con una dificultad de principio. Se trata de extraer del contenido histórico de la filosofía el concepto de su esencia. Mas para poder hablar de un contenido histórico de la filosofía necesitamos –parece- poseer ya un concepto de la filosofía,  Necesitamos saber lo que es filosofía, para sacar su concepto de los hechos. Sin embargo, no es así. No partimos de un concepto definido de filosofía, sino de la representación general que toda persona culta tiene de ella. Acerca de muchos productos del pensamiento cabe dudar que deban considerarse como filosofía. Pero toda duda de esta especie enmudece tratándose de: Platón y Aristóteles, Descartes y Leibniz, Kant y Hegel. Si profundizamos en ellos, hallamos ciertos rasgos esenciales comunes como:
1.º, la orientación hacia la totalidad de los objetos; 2.º, el carácter racional, cognoscitivo, de esta orientación.
Con esto hemos logrado un concepto esencial de  la filosofía muy formal aún.  Enriqueceremos el contenido de este concepto considerando los distintos sistemas, no aisladamente, sino en su conexión histórica. Se trata, por tanto, de  abrazar con la mirada la total evolución histórica de la filosofía en sus rasgos principales.
Sócrates endereza sus pensamientos y aspiraciones a edificar la vida humana sobre la reflexión. Platón no se dirige sólo a los objetos prácticos, a los valores y virtudes, sino también al conocimiento científico como  una autorreflexión del espíritu sobre lo verdadero, lo bueno y lo bello.
La filosofía de Aristóteles presenta un aspecto distinto. El Espíritu de Aristóteles se dirige preferentemente al conocimiento científico y a su objeto: el ser y la ciencia del ser:“filosofía primera” o  metafísica. Los estoicos y epicúreos entienden la filosofía en palabras de Cicerón como “maestra de la vida, la inventora de las leyes, la guía de toda virtud”. Es decir, como filosofía de la vida.
Al comienzo de la Edad Moderna volvemos a marchar por las vías de la concepción aristotélica. Los sistemas de Descartes, Spinosa y Leibniz revelan todos la misma dirección hacia el conocimiento del mundo objetivo. En Kant toma de nuevo el carácter de la autorreflexión de la autoconcepción del espíritu.
En el siglo XIX revive el tipo aristotélico de la filosofía en los sistemas del idealismo alemán, principalmente en Schelling y Hegel.
Este movimiento conducirá, por un lado, a la completa desvalorización de la filosofía como la que se revela en el materialismo y el positivismo, y, por otro lado, a una renovación del tipo kantiano, como la que ha tenido lugar en el neokantismo, consistente en la eliminación de todos los elementos materiales y objetivos. Como respuesta surge una tendencia renovadora del aristotelismo. Tenemos todavía, por un lado una metafísica inductiva como la de  Hartman, Wund y Driesch, y por otra, a una filosofía de la intuición, como la que encontramos en Begson, y en otra forma, en la moderna fenomenología representada por Husserl y Scheler.
Esta ojeada histórica sobre la evolución total del pensamiento filosófico nos ha conducido a determinar otros dos elementos en el concepto esencial de la filosofía. Caracterizaremos uno de estos elementos con el término “concepción del yo”, y el otro con la expresión “concepción del universo”. La historia de la filosofía se presenta finalmente como un movimiento pendular entre estos dos elementos.  Pero ello prueba precisamente que ambos elementos pertenecen a aquel concepto esencial. La filosofía es ambas cosas una concepción del yo y una concepción del universo. Pero todavía podemos establecer una conexión más profunda entre ambos elementos esenciales. Como prueban Platón y Kant, existe entre ellos relación de medio a  fin. La reflexión del espíritu sobre sí mismo es el medio y el camino para llegar a una imagen del mundo, a una visión metafísica del universo. Podemos decir, pues, en conclusión: La filosofía es un intento del espíritu humano para llegar a una concepción del universo mediante la autorreflexión sobre sus funciones valorativas teóricas y prácticas.
Hemos obtenido esta definición esencial de filosofía por un procedimiento inductivo. Pero podemos complementar este procedimiento inductivo con un procedimiento deductivo. Éste consiste en situar la filosofía dentro del conjunto de las funciones superiores del espíritu, en señalar el puesto que ocupa en el sistema total de la cultura como la ciencia, el arte, la religión y la moral. 
La moral se refiere al lado práctico del ser humano, puesto que tiene por sujeto la voluntad, la filosofía pertenece por completo al lado teórico del espíritu humano.
Existe afinidad entre la filosofía y la ciencia,  en cuanto que ambas descansan en la misma función del espíritu humano, en el pensamiento. Pero ambas se distinguen por su objeto. Mientras que las ciencias especiales tienen por objeto parcelas de la realidad, la filosofía se dirige al conjunto de ésta.
¿Qué relación guarda ahora la filosofía con las dos restantes esferas de la cultura, con el arte y la religión?
La respuesta es: existe profunda afinidad entre estas tres esferas de la cultura. Todas ellas están entrelazadas por un vínculo común, que reside en su objeto. El mismo enigma del universo y de la vida se halla frente a la poesía, la religión y la filosofía. Todas ellas quieren en el fondo resolver este enigma, dar una interpretación de la realidad, forjar una concepción del universo. Lo que las diferencia es el origen de esta concepción. Mientras la concepción filosófica del universo brota del conocimiento racional, el origen de la concepción religiosa del mismo está en la fe religiosa. El principio de que procede y que define su espíritu es la vivencia de los valores religiosos, la experiencia de Dios. Por eso, mientras la concepción filosófica del universo pretende tener una validez universal y ser susceptible de una demostración racional, la aceptación de la concepción religiosa del universo depende de factores subjetivos.
La filosofía es también esencialmente distinta del arte. La concepción del  universo que tiene el artista no procede del pensamiento puro, debe su origen más bien a la vivencia y a la intuición. El artista y el poeta no crean su obra con el intelecto, sino que la sacan de la totalidad de las fuerzas espirituales. El poeta y el artista no están atentos directamente a la totalidad del ser, como el filósofo. Su espíritu se dirige, en primer término, a un ser y proceso concretos. Y al representar éstos, elevan a la esfera de la apariencia, de lo irreal. Lo peculiar de esta representación consiste en que en este proceso irreal se manifiesta el sentido real; en el proceso particular se expresa el sentido y significación del proceso del universo. El artista y el poeta, interpretando primordialmente un ser o un proceso particulares, dan indirectamente una interpretación del conjunto del universo y de la vida.
Si intentamos definir en resumen la posición de la filosofía en el sistema de la cultura, debemos decir lo siguiente: la filosofía tiene dos caras: una mira a la religión y al arte; la otra a la ciencia.


MÉTODO DE SUBRAYADO Y ESTUDIO.


Mi lema es: tema dado, tema subrayado. 
Lo ya explicado en clase debéis subrayarlo ese mismo día al 80-60%. 
Debe subrayarse al 80-60% para que quede todo lo importante. 
Un buen subrayado comienza con una lectura completa donde no se para (aunque no se entienda) hasta el final. En la segunda lectura vamos seleccionando lo que pensamos que subrayaremos usando llaves o corchetes a lápiz para señalizarlo, lo que queramos seguro eliminar lo ponemos ya entre paréntesis. Leemos lo que está entre corchetes y cuando estemos seguros de que no nos dejamos nada relevante, de que se comprende con independencia del total y que está bien redactado, lo subrayamos (si no es así, añadimos cosas de texto total -tanto frases como palabras o partes de ellas- o escribimos en el margen para que tenga sentido). Antes de subrayar debemos entenderlo todo, eso muchas veces implica buscar términos que no comprendemos, releer hasta comprender, pedir ayuda al profesor o a compañeros, hacer búsquedas en Google... Este primer subrayado lo haréis con regla y rotulador de punta media color azul marino, morado, marrón o verde botella. Luego, a ser posible al día siguiente u horas más tarde, leyendo sólo lo subrayado al 80-60%, haremos un subrayado del 20%. Esto os permitirá dominar el tema, tener claro lo esencial y poder repasarlo con facilidad. El subrayado del 20% también debe estar bien redactado (no telegráficamente). Y hecho y esto, rodearemos con un círculo las palabras clave, que pasaremos a una ficha. Una vez bien preparado el material comienza a aplicarse el método de estudio, que es sumamente eficaz: Tenéis que leer una vez el 80%, acto seguido cuatro veces el 20%. Una vez hechas esas cinco lecturas intentar recordar mirando la ficha el 20%, ver qué recordáis del 80% también. Releed los apuntes para comparar. Es conveniente que las repeticiones del método se espacien en el tiempo, para que se fije en la memoria permanente. La operación se repite hasta que esté todo memorizado, cuando creáis que ya lo sabéis, comprobadlo escribiendo el tema o grabándolo en audio y comparando con los apuntes.