martes, 22 de diciembre de 2015

Según el Poema de la Naturaleza de Parménides, que nos ha llegado hasta en un 90% de su contenido original, las dos vías o caminos posibles son:

1) La vía de la Verdad (alétheia). De carácter divino, inmortal. Permite obtener una un conocimiento universal, objetivo, siempre verdadero (episteme). Se basa en la razón (ciencia). Sus rasgos: Unidad, Objetividad, Universalidad.

2) La vía de la opinión (dóxa). De carácter humano, mortal.. Es un. conocimiento aparente. Prima el error de los mortales, el engaño, la ilusión, porque se basa en los sentidos (creencia). Sus rasgos principales: Multiplicidad, Subjetividad, Relativismo.

Según Parménides no es posible seguir la Vía del No-ser. Porque el no-ser, no es. Es un camino erróneo, lógicamente contradictorio (lo que no es no puede ser pensado y, por lo tanto, tampoco nombrado). En Parménides : Ser, pensar y decir están intímamente vinculados. El no-ser (la negación del ser, la nada) no puede producir conocimiento verdadero, porque de lo que no es no es posible pensar ni decir nada.

Parménides dijo: “El ser es, el no-ser no es”
Con lo que Parménides afirma la unidad e identidad del ser. El ser es, lo uno es. El ser se opone al cambio, al devenir, y a la multiplicidad. Frente al devenir, al cambio de la realidad que supone el reconocimiento de que ahora "es" algo que "no era" antes, lo que resultaría contradictorio y, por lo tanto, inaceptable. La afirmación del cambio supone la aceptación de este paso del "ser" "al "no ser" o viceversa, pero este paso es imposible, dice Parménides, puesto que el "no ser" no es.
El ser es ingénito (inengendrado), pues, dice Parménides ¿qué origen le buscarías? Si dices que procede del ser entonces no hay procedencia, puesto que ya es; y si dices que procede del "no ser" caerías en la contradicción de concebir el "no ser " como "ser", lo cual resulta inadmisible. Por la misma razón es imperecedero, ya que si dejara de ser ¿en qué se convertiría? En "no ser " es imposible, porque el no-ser no es... ("así queda extinguido nacimiento y, como cosa nunca oída, destrucción")
El ser es entero (indivisible), es decir no puede ser divisible, lo que excluye la multiplicidad. Para admitir la división del ser tendríamos que reconocer la existencia del vacío, es decir, del no-ser, lo cual es imposible. ¿Qué separaría esas "divisiones" del ser? La nada es imposible pensarlo, pues no existe; y si fuera algún tipo de ser, entonces no habría división.
El ser es inmóvil, pues, de lo visto anteriormente queda claro que no puede llegar a ser, ni perecer, ni cambiar de lugar, para lo que sería necesario afirmar la existencia del no-ser, del vacío, lo cual resulta contradictorio.
Parménides termina representándolo como una esfera en la que el ser se encuentra igualmente distribuido por doquier, permaneciendo idéntico a sí mismo.
El ser al que se refiere Parménides es material, por lo que difícilmente puede ser considerado éste el padre del idealismo.

El Ser, por tanto, es completo, perfecto, inengendrado, incorruptible, atemporal o eterno, inmutable, inmóvil.

martes, 17 de noviembre de 2015

FIJISMO Y EVOLUCIONISMO (apuntes corregidos)

Fijismo y evolucionismo
El fijismo o teoría fijista es una creencia que sostiene que las especies actualmente existentes han permanecido básicamente invariables desde la Creación. Las especies serían, por tanto, inmutables, tal y como fueron creadas.
No es necesariamente contrario aceptar la evolución y la existencia de un Creador. Todo depende de la interpretación que demos a los textos sagrados. La teología cristiana no siempre ha estado ligada al fijismo a lo largo de su historia. Así, Tomás de Aquino y San Agustín negaron que Dios hubiera creado todas las especies en los primeros seis días. Según esta corriente teológica, Dios habría conferido un poder productor o creador a diferentes elementos de la Naturaleza y este poder sería el responsable de la creación de vida en distintos momentos de la historia de la Tierra.

Primeros pasos hacia una teoría.
Presentación
Los primeros científicos que intentaron dar una explicación a la gran variedad de especies fósiles que se iban descubriendo, trabajaban siguiendo el método científico. Aun así, tenían unas profundas convicciones religiosas y eran fijistas y creacionistas.
Había que dar una explicación a aquellas formas petrificadas de animales y vegetales. En algunos casos, llegaron a conclusiones que les hicieron replantearse sus creencias, cosa difícil en la sociedad de la época. Sus trabajos forjaron las bases para las posteriores teorías.

Los fósiles: primeras pruebas.
El descubrimiento de fósiles desde la Antigüedad, así como otros datos de la naturaleza, habría llevado a pensadores de muchas culturas a intuir la idea de evolución, como fue el caso de Anaximandro (siglo VI a. C), en la Greciaclásica. Pero durante una época de sequía intelectual y científica, la presencia de “piedras” con forma de animales o plantas derivó en varias posibilidades:
• Son caprichos de la naturaleza.
• Son seres que perecieron en las catástrofes bíblicas.
• Pueden ser restos de seres vivos muy antiguos, convertidos en roca por un proceso químico desconocido.
Solo la última provoca el nacimiento de una investigación para dar una explicación, saber cómo ha ocurrido, qué eran esos seres y cuándo vivieron. ¿Y por qué no? ¿Es que había miedo a que los dogmas fueran derrumbados?

Primeras hipótesis: científicos que sentaron las bases de la teoría de la evolución.
Clasificación y evolución (Linneo)
La necesidad de dar nombre a todas la especies conocidas y a las muchas que se van descubriendo lleva a Carlos Linneo (1707-1778) a agruparlas por semejanzas, con lo cual nace también un árbol genealógico, que se completará posteriormente por abajo con las especies fósiles. Inevitablemente aparece el concepto de evolución de las especies, aun cuando Linneo fuera fijista.

Evolución y degeneración (Buffon)
El gran problema de la época es que, si la ciencia habla de “especies extinguidas”, la obra del Creador no es perfecta, dado que algunas no han funcionado. Georges Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788), acepta los cambios evolutivos, pero en sentido inverso. Los monos son degeneraciones del hombre, el burro del caballo, etc.
Paleontología y evolución (Cuvier)
Georges Cuvier (1769-1832), gran impulsor del estudio de los fósiles (Paleontología), se basa en los mismos y en los seres actuales, a los cuales agrupa por sus características estructurales (dentición, forma, etc.) y se crea así la anatomía comparada. Pero sus conclusiones caen en el fijismo, y propone la teoría de las grandes catástrofes para la extinción de las especies evitando de nuevo poner en entredicho la obra del Creador.

El equilibrio dinámico (Lyell)
Contemporáneo de Cuvier, Lyell (1797-1875), abogado y geólogo, representa la corriente gradualista, contraria al fijismo, y explica los cambios geológicos y biológicos mediante periodos sucesivos de extinción y creación. Su obra Principios de Geología sirve de inspiración a Charles Darwin.

LA TEORÍA EVOLUCIONISTA
Hasta el siglo XVII, los naturalistas sostenían que las distintas especies animales y vegetales habían sido creadas independientemente y permanecían desde entonces inmutables, sin sufrir cambio alguno. La teoría de la evolución, según la cual los seres vivos sufren alteraciones con el transcurso del tiempo y proceden de otras formas ancestrales, es relativamente reciente. Aunque el naturalista británico Charles Darwin está considerado el padre de la actual teoría de la evolución, el concepto no era nuevo en su época. A mediados del siglo XVIII, por ejemplo, las hipótesis evolutivas propuestas por el matemático francés Pierre-Louis Maupertius (1698-1759) y el enciclopedista francés Denis Diderot (1713-1784) contenían ideas que, un siglo más tarde, formarían parte de la teoría de Darwin.

Lamarck y la adaptación: la necesidad crea el órgano.
(Fusión de fuentes)

El zoólogo francés Juan Bautista de Lamarck fue el primero en exponer con claridad, en su obra Filosofía zoológica (1809), la idea de que todas las especies podían cambiar en el transcurso del tiempo y acabar convirtiéndose en nuevas especies. Según Lamarck, todos los seres vivos evolucionan inevitablemente hacia una mayor perfección y complejidad, y la razón de tales cambios es el entorno natural. La necesidad crea el órgano.
 Así que, por un lado la tendencia de la naturaleza hacia el aumento de la complejidad, y por otro, la acomodación de los organismos al medio externo y la herencia de tales adaptaciones a sus descendientes (ley del uso y desuso de los órganos y ley de la herencia de los caracteres adquiridos). Según esta noción, las jirafas habrían adquirido sus largos cuellos al ir estirándolos gradualmente (cada generación un poco más) para alcanzar las hojas de difícil acceso a otros animales.
Lamarck todavía defendía la “generación espontánea”.

La teoría lamarquista era principalmente especulativa y carecía de apoyos empíricos; la genética moderna la desacreditaría totalmente al demostrar que los caracteres que pueda adquirir un individuo (como el alargamiento del cuello por el constante esfuerzo) no se heredan.




Charles Darwin

Las carencias del fallido intento de Lamarck ponen de relieve la solidez y coherencia del modelo darwiniano. La contribución de Charles Darwin a los conocimientos científicos fue doble: presentó las pruebas para demostrar que la evolución había ocurrido, a la vez que formuló una teoría, la de la selección natural, para explicar el mecanismo de la evolución. La publicación de Darwin, en 1859, de El origen de las especies es un hito no sólo en la historia de la biología, sino también en la del pensamiento humano, puesto que dicho libro, aportando una demostración positiva de la doctrina evolucionista, ejercería una considerable influencia en el desarrollo de la filosofía y alteró profundamente arraigadas concepciones acerca de la vida y del hombre.
Darwin se embarcó como naturalista en la expedición del Beagle, un navío científico que recorrió el mundo entre 1831 y 1836. En su viaje Darwin reunió gran cantidad de observaciones interesantes, estableció fecundas analogías y meditó sobre grandes cuestiones, tales como la adaptación de los seres vivos, la diversidad de las especies y sus mutuas relaciones y la lucha por la existencia. A su vuelta Darwin se dedicó a redactar su Diario de viaje; dio a conocer también diversos trabajos de geología, en especial sobre la formación de los corales y de las islas volcánicas. Veintitrés años después de su regreso a Inglaterra publicó El origen de las especies. Escribió luego numerosos libros, algunos de los cuales serían una prolongación de esta obra.
Selección natural y evolución
En 1858, Darwin recibió un manuscrito de Alfred Russel Wallace, joven naturalista que entonces estaba estudiando la distribución de las plantas y animales en la India y la Península Malaya. En aquel texto, Wallace formulaba la idea de la selección natural, a la cual había llegado sin conocer la obra darwiniana, pero inspirado, lo mismo que Darwin, por el tratado de Thomas R. Malthus sobre el crecimiento de la población y la necesaria lucha por la existencia. Por acuerdo mutuo, aquel mismo año Darwin y Wallace presentaron en colaboración un informe sobre su teoría a la Sociedad Linneo de Londres.

Primera edición de El origen de las especies (1859)
La explicación propuesta por Darwin y Wallace respecto a la forma en que ocurre la evolución puede resumirse en la forma siguiente:
·                     La aparición de nuevos rasgos o variaciones es característica de todas las especies de animales y plantas. Darwin y Wallace suponían que la variación era una de las propiedades innatas de los seres vivos. Hoy sabemos distinguir las variaciones heredadas de las no heredadas. Sólo las primeras, producidas por mutaciones, son importantes en la evolución, pues pasan a los individuos de las generaciones siguientes.
·                     De cualquier especie nacen más individuos de los que pueden obtener suficiente alimento para sobrevivir. Sin embargo, como el número de individuos de cada especie sigue más o menos constante bajo condiciones naturales, debe deducirse que un porcentaje de la descendencia perece en cada generación. Si la descendencia de una especie prosperara en su totalidad, y sucesivamente se reprodujera, pronto avasallaría cualquiera otra especie sobre la Tierra.
·                     Sentado que nacen más sujetos de los que pueden sobrevivir, tiene que declararse una lucha por la existencia, una competencia en busca de espacio y alimento. Esta lucha es directa (entre seres de la misma o de distinta especie) o indirecta, como la de los animales y vegetales para sobrevivir frente a condiciones adversas (por ejemplo, la falta de agua o las bajas temperaturas) o frente a otras condiciones desfavorables del medio ambiente.
·                     Aquellas variaciones o rasgos que capacitan mejor a un organismo para sobrevivir en un medio ambiente determinado favorecerán a sus poseedores sobre otros organismos no tan bien adaptados. Las ideas de "lucha por la supervivencia" y "supervivencia del más apto" son la esencia de la teoría de la selección natural de Darwin y Wallace.
·                     Los individuos supervivientes, al reproducirse, originarán la siguiente generación, y de este modo las variaciones o rasgos ventajosos se transmiten a las sucesivas generaciones.
Tales ideas son también el núcleo de la obra fundamental de Charles Darwin, El origen de las especies (1859), cuyo título completo resume por sí mismo su tesis:Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. El individuo dotado de una variación que le permite una mejor adaptación tiene más probabilidades de salir victorioso en la lucha por la existencia; su supervivencia aumenta la probabilidad de reproducción y la transmisión de ese rasgo favorable a sus descendientes.
La selección natural conduce así a la conservación de las variaciones favorables y a la eliminación de las desviaciones nocivas, por muerte o superación de los individuos dotados de tales características. Como los individuos más aptos tienen más probabilidades de sobrevivir, aparearse y reproducirse que los especímenes que no están tan bien adaptados al entorno, en cada generación aumenta el número de individuos bien adaptados a su entorno, y las características generales del grupo van cambiando como resultado de esta acomodación. Junto con la selección natural actúa, en los animales superiores, la "elección sexual", esto es, la preferencia instintiva por los individuos más fuertes, bellos o sanos en el emparejamiento.
Hay que subrayar que, frente a lo que sostuvo Lamarck, las variaciones en las características de un organismo se producen al azar; no son causadas ni por el ambiente ni por el esfuerzo del individuo. Según la teoría darwinista, y siguiendo el mismo ejemplo, el largo cuello de las jirafas se originó por azar: un animal que presentaba el cuello más largo tenía ventajas alimentarias y, por lo tanto, tenía más posibilidades de dejar descendencia; estas características se transmitieron de generación en generación hasta que las jirafas menos adaptadas (esto es, las de cuello corto) desaparecieron.
El punto problemático de la teoría era que se desconocía el mecanismo por el cual se transmitían las adaptaciones que tenían éxito. La solución a este problema estaba en las investigaciones realizadas por un monje y botánico austríaco, Gregor Mendel (1822-1884), quien descubrió que las características hereditarias se transmiten en unidades sencillas que denominó "factores" y que ahora conocemos como genes. Las leyes de Mendel, los conceptos de genotipo y fenotipo de Wilhelm Ludvig Johannsen y los descubrimientos de las mutaciones de Hugo de Vries llevaron a la elaboración de una teoría sintética inspirada en las líneas generales de los planteamientos de Darwin, que sería llamada Neodarvinismo y es aceptada hoy por la mayoría de los biólogos. Los cambios en la estructura genética de las especies son debidos a mutaciones en los genes que regulan la expresión de los caracteres corporales. Otro factor de cambio son los sobrecruzamientos que se producen entre los cromosomas en la meiosis, combinando caracteres distintos de cromosomas homólogos.
A la luz de tales aportaciones, la selección natural de Darwin puede ser reformulada de la siguiente manera: los individuos mejor adaptados a su entorno tienen más probabilidades de pasar sus genes a la siguiente generación que los demás miembros de una población. Hoy por hoy la teoría de la evolución es la única que responde a todos los hechos tanto genéticos como ecológicos y paleontológicos. La anatomía comparada ilustra muy bien las relaciones existentes entre las diversas especies y familias, comprobadas recientemente por métodos de análisis bioquímico.
El origen del hombre
Venciendo las largas vacilaciones basadas, sobre todo, en el temor a las polémicas a que la obra pudiera dar lugar, Darwin tardó once años en publicar El origen del hombre y la selección en relación al sexo (1871). En tal obra recogió sus apuntes relativos a un problema específico pero importantísimo de la evolución: el origen del hombre. Según Darwin, el estudio de las estructuras homólogas en el hombre y en los animales más bajos en la escala de la evolución zoológica y el análisis del desarrollo embriológico del hombre y de los fenómenos de atavismo conducen a la conclusión de que el hombre desciende de alguna forma menos altamente organizada, concretamente de un simioide, el cual, al igual que todos los vertebrados, tendría a su vez su origen remoto en algún ser acuático parecido a los ascidiáceos.
La dificultad mayor para admitir tal teoría está en el hecho de que el hombre se halla dotado de facultades intelectuales y de un sentido moral que faltan a los animales. De hecho, el mismo Alfred Wallace nunca creyó que la inteligencia humana pudiera ser fruto de la selección natural, sino que pensaba que el intelecto sólo podía haber sido creado por un poder superior (un dios). Pero Darwin rechaza este concepto y observa que el intervalo entre las potencias mentales de los monos más elevados y las de un pez es inmenso; por esto también la inteligencia del hombre, que no difiere sino en grado de la de los monos, es un producto de la evolución.
También los sentimientos morales son desarrollados, debido a la evolución, de instintos que se hallan en todos los animales. Consciente de que las conclusiones de esta obra serían consideradas como extremadamente irreligiosas, Darwin señala que explicar el origen del hombre como una especie que desciende de alguna especie más baja no es más irreligioso que explicar el origen del ser individual mediante las leyes de la reproducción. Las leyes de desarrollo del hombre son, para Darwin, idénticas a las de otros animales.
Las ideas del naturalista británico modificaron diametralmente las nociones acerca del origen y la evolución del hombre. Darwin refutó la arraigada creencia de que el hombre poseía un origen divino y demostró que los seres humanos eran el resultado de un proceso de evolución biológica. Opuso teorías científicas a las explicaciones de carácter teológico, hecho que tuvo un impacto considerable en la mentalidad de la época. El evolucionismo de Darwin provocó una enorme controversia en la sociedad decimonónica y dio lugar a encendidos debates. Consecuencia lógica de estas discusiones fue la puesta en cuestión de la visión antropocentrista de la naturaleza: si el hombre no era una creación divina, tal como afirmaban las creencias vigentes hasta el siglo XIX, no había razón para sostener que ocupaba un lugar central en el orden natural.

Gregor Mendel

(Johann Gregor o Gregorio Mendel; Heizendorf, hoy Hyncice, actual República Checa, 1822 - Brünn, hoy Brno, id., 1884) Monje y botánico austriaco que formuló las leyes de la herencia biológica que llevan su nombre; sus experimentos sobre los fenómenos de la herencia en los guisantes constituyen el punto de partida de la genética moderna.

Gregor Mendel
Su padre era un veterano de las guerras napoleónicas, y su madre, la hija de un jardinero. Tras una infancia marcada por la pobreza y las penalidades, en 1843 Johann Mendel ingresó en el monasterio agustino de Königskloster, cercano a Brünn, donde tomó el nombre de Gregor y fue ordenado sacerdote en 1847.
Residió en la abadía de Santo Tomás (Brünn) y, para poder seguir la carrera docente, fue enviado a Viena, donde se doctoró en matemáticas y ciencias (1851). En 1854 Mendel se convirtió en profesor suplente de la Real Escuela de Brünn, y en 1868 fue nombrado abad del monasterio, a raíz de lo cual abandonó de forma definitiva la investigación científica y se dedicó en exclusiva a las tareas propias de su función.
El núcleo de sus trabajos (que comenzó en el año 1856 a partir de experimentos de cruzamientos con guisantes efectuados en el jardín del monasterio) le permitió descubrir las tres leyes de la herencia o leyes de Mendel, gracias a las cuales es posible describir los mecanismos de la herencia y que serían explicadas con posterioridad por el padre de la genética experimental moderna, el biólogo estadounidense Thomas Hunt Morgan (1866-1945).
En el siglo XVIII se había desarrollado ya una serie de importantes estudios acerca de hibridación vegetal, entre los que destacaron los llevados a cabo por Kölreuter, W. Herbert, C. C. Sprengel y A. Knight, y, ya en el siglo XIX, los de Gärtner y Sageret (1825). La culminación de todos estos trabajos corrió a cargo, por un lado, de Ch. Naudin (1815-1899) y, por el otro, de Gregor Mendel, quien llegó más lejos que Naudin.
Las tres leyes descubiertas por Mendel se enuncian como sigue: según la primera, cuando se cruzan dos variedades puras de una misma especie, los descendientes son todos iguales; la segunda afirma que, al cruzar entre sí los híbridos de la segunda generación, los descendientes se dividen en cuatro partes, de las cuales tres heredan el llamado carácter dominante y una el recesivo; por último, la tercera ley concluye que, en el caso de que las dos variedades de partida difieran entre sí en dos o más caracteres, cada uno de ellos se transmite con independencia de los demás.
Para realizar sus trabajos, Mendel no eligió especies, sino razas autofecundas bien establecidas de la especie Pisum sativum. La primera fase del experimento consistió en la obtención (mediante cultivos convencionales previos) de líneas puras constantes y en recoger de manera metódica parte de las semillas producidas por cada planta. A continuación cruzó estas estirpes, dos a dos, mediante la técnica de polinización artificial. De este modo era posible combinar, de dos en dos, variedades distintas que presentan diferencias muy precisas entre sí (semillas lisas-semillas arrugadas; flores blancas-flores coloreadas, etc.).
El análisis de los resultados obtenidos permitió a Mendel concluir que, mediante el cruzamiento de razas que difieren al menos en dos caracteres, pueden crearse nuevas razas estables (combinaciones nuevas homocigóticas). Pese a que remitió sus trabajos con guisantes a la máxima autoridad de su época en temas de biología, W. von Nägeli, sus investigaciones no obtuvieron el reconocimiento hasta el redescubrimiento de las leyes de la herencia por parte de Hugo de Vries, Carl E. Correns y E. Tschernack von Seysenegg, quienes, con más de treinta años de retraso, y después de haber revisado la mayor parte de la literatura existente sobre el particular, atribuyeron a Johan Gregor Mendel la prioridad del descubrimiento.

LAMARCK Y LA ADAPTACIÓN: LA NECESIDAD CREA EL ÓRGANO 
(Fusión de fuentes)

El zoólogo francés Juan Bautista de Lamarck fue el primero en exponer con claridad, en su obra Filosofía zoológica (1809), la idea de que todas las especies podían cambiar en el transcurso del tiempo y acabar convirtiéndose en nuevas especies. Según Lamarck, todos los seres vivos evolucionan inevitablemente hacia una mayor perfección y complejidad, y la razón de tales cambios es el entorno natural. La necesidad crea el órgano.
 Así que, por un lado la tendencia de la naturaleza hacia el aumento de la complejidad, y por otro, la acomodación de los organismos al medio externo y la herencia de tales adaptaciones a sus descendientes (ley del uso y desuso de los órganos y ley de la herencia de los caracteres adquiridos). Según esta noción, las jirafas habrían adquirido sus largos cuellos al ir estirándolos gradualmente (cada generación un poco más) para alcanzar las hojas de difícil acceso a otros animales.
Lamarck todavía defendía la “generación espontánea”.
La teoría lamarquista era principalmente especulativa y carecía de apoyos empíricos; la genética moderna la desacreditaría totalmente al demostrar que los caracteres que pueda adquirir un individuo (como el alargamiento del cuello por el constante esfuerzo) no se heredan.

martes, 3 de noviembre de 2015

LA TEORÍA EVOLUCIONISTA


Hasta el siglo XVII, los naturalistas sostenían que las distintas especies animales y vegetales habían sido creadas independientemente y permanecían desde entonces inmutables, sin sufrir cambio alguno. La teoría de la evolución, según la cual los seres vivos sufren alteraciones con el transcurso del tiempo y proceden de otras formas ancestrales, es relativamente reciente. Aunque el naturalista británico Charles Darwin está considerado el padre de la actual teoría de la evolución, el concepto no era nuevo en su época. A mediados del siglo XVIII, por ejemplo, las hipótesis evolutivas propuestas por el matemático francés Pierre-Louis Maupertius (1698-1759) y el enciclopedista francés Denis Diderot (1713-1784) contenían ideas que, un siglo más tarde, formarían parte de la teoría de Darwin.

Charles Darwin
El zoólogo francés Juan Bautista de Lamarck fue el primero en exponer con claridad, en su obra Filosofía zoológica (1809), la idea de que todas las especies podían cambiar en el transcurso del tiempo y acabar convirtiéndose en nuevas especies. Según Lamarck, todos los seres vivos evolucionan inevitablemente hacia una mayor perfección y complejidad, y la razón de tales cambios es el entorno natural. Los cambios del entorno alteran las necesidades de los organismos vivos; a causa del entorno, se reduce o se intensifica el uso de ciertos órganos o partes del cuerpo, provocando cambios en su tamaño o forma.
Al desarrollar el concepto de que aparecen nuevos órganos como respuesta a las necesidades de la lucha con el medio, el naturalista francés dedujo que su tamaño e importancia se relacionaba con la ley del "uso y falta de uso". Lamarck afirmaba también que las adaptaciones a ese ambiente, una vez fijadas, se propagaban a las generaciones sucesivas, o sea que los caracteres adquiridos se heredaban. Según esta noción, las jirafas habrían adquirido sus largos cuellos al ir estirándolos gradualmente (cada generación un poco más) para alcanzar las hojas de difícil acceso a otros animales.
La teoría lamarquista explicaba la adaptación de muchos vegetales y animales al medio, pero era principalmente especulativa y carecía de apoyos empíricos; la genética moderna la desacreditaría totalmente al demostrar que los caracteres que pueda adquirir un individuo (como el alargamiento del cuello por el constante esfuerzo) no se heredan. Pese a ello, se reconoce el valor pionero de su obra, por postular por primera vez la adaptabilidad de los organismos.
Las carencias del fallido intento de Lamarck ponen de relieve la solidez y coherencia del modelo darwiniano. La contribución de Charles Darwin a los conocimientos científicos fue doble: presentó las pruebas para demostrar que la evolución había ocurrido, a la vez que formuló una teoría, la de la selección natural, para explicar el mecanismo de la evolución. La publicación de Darwin, en 1859, de El origen de las especies es un hito no sólo en la historia de la biología, sino también en la del pensamiento humano, puesto que dicho libro, aportando una demostración positiva de la doctrina evolucionista, ejercería una considerable influencia en el desarrollo de la filosofía y alteró profundamente arraigadas concepciones acerca de la vida y del hombre.
Darwin se embarcó como naturalista en la expedición del Beagle, un navío científico que recorrió el mundo entre 1831 y 1836. En su viaje Darwin reunió gran cantidad de observaciones interesantes, estableció fecundas analogías y meditó sobre grandes cuestiones, tales como la adaptación de los seres vivos, la diversidad de las especies y sus mutuas relaciones y la lucha por la existencia. A su vuelta Darwin se dedicó a redactar su Diario de viaje; dio a conocer también diversos trabajos de geología, en especial sobre la formación de los corales y de las islas volcánicas. Veintitrés años después de su regreso a Inglaterra publicó El origen de las especies. Escribió luego numerosos libros, algunos de los cuales serían una prolongación de esta obra.
Selección natural y evolución
En 1858, Darwin recibió un manuscrito de Alfred Russel Wallace, joven naturalista que entonces estaba estudiando la distribución de las plantas y animales en la India y la Península Malaya. En aquel texto, Wallace formulaba la idea de la selección natural, a la cual había llegado sin conocer la obra darwiniana, pero inspirado, lo mismo que Darwin, por el tratado de Thomas R. Malthus sobre el crecimiento de la población y la necesaria lucha por la existencia. Por acuerdo mutuo, aquel mismo año Darwin y Wallace presentaron en colaboración un informe sobre su teoría a la Sociedad Linneo de Londres.

Primera edición de 
El origen de las especies (1859)
La explicación propuesta por Darwin y Wallace respecto a la forma en que ocurre la evolución puede resumirse en la forma siguiente:
  • La aparición de nuevos rasgos o variaciones es característica de todas las especies de animales y plantas. Darwin y Wallace suponían que la variación era una de las propiedades innatas de los seres vivos. Hoy sabemos distinguir las variaciones heredadas de las no heredadas. Sólo las primeras, producidas por mutaciones, son importantes en la evolución, pues pasan a los individuos de las generaciones siguientes.
  • De cualquier especie nacen más individuos de los que pueden obtener suficiente alimento para sobrevivir. Sin embargo, como el número de individuos de cada especie sigue más o menos constante bajo condiciones naturales, debe deducirse que un porcentaje de la descendencia perece en cada generación. Si la descendencia de una especie prosperara en su totalidad, y sucesivamente se reprodujera, pronto avasallaría cualquiera otra especie sobre la Tierra.
  • Sentado que nacen más sujetos de los que pueden sobrevivir, tiene que declararse una lucha por la existencia, una competencia en busca de espacio y alimento. Esta lucha es directa (entre seres de la misma o de distinta especie) o indirecta, como la de los animales y vegetales para sobrevivir frente a condiciones adversas (por ejemplo, la falta de agua o las bajas temperaturas) o frente a otras condiciones desfavorables del medio ambiente.
  • Aquellas variaciones o rasgos que capacitan mejor a un organismo para sobrevivir en un medio ambiente determinado favorecerán a sus poseedores sobre otros organismos no tan bien adaptados. Las ideas de "lucha por la supervivencia" y "supervivencia del más apto" son la esencia de la teoría de la selección natural de Darwin y Wallace.
  • Los individuos supervivientes, al reproducirse, originarán la siguiente generación, y de este modo las variaciones o rasgos ventajosos se transmiten a las sucesivas generaciones.
Tales ideas son también el núcleo de la obra fundamental de Charles Darwin, El origen de las especies (1859), cuyo título completo resume por sí mismo su tesis:Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida. El individuo dotado de una variación que le permite una mejor adaptación tiene más probabilidades de salir victorioso en la lucha por la existencia; su supervivencia aumenta la probabilidad de reproducción y la transmisión de ese rasgo favorable a sus descendientes.
La selección natural conduce así a la conservación de las variaciones favorables y a la eliminación de las desviaciones nocivas, por muerte o superación de los individuos dotados de tales características. Como los individuos más aptos tienen más probabilidades de sobrevivir, aparearse y reproducirse que los especímenes que no están tan bien adaptados al entorno, en cada generación aumenta el número de individuos bien adaptados a su entorno, y las características generales del grupo van cambiando como resultado de esta acomodación. Junto con la selección natural actúa, en los animales superiores, la "elección sexual", esto es, la preferencia instintiva por los individuos más fuertes, bellos o sanos en el emparejamiento.
Hay que subrayar que, frente a lo que sostuvo Lamarck, las variaciones en las características de un organismo se producen al azar; no son causadas ni por el ambiente ni por el esfuerzo del individuo. Según la teoría darwinista, y siguiendo el mismo ejemplo, el largo cuello de las jirafas se originó por azar: un animal que presentaba el cuello más largo tenía ventajas alimentarias y, por lo tanto, tenía más posibilidades de dejar descendencia; estas características se transmitieron de generación en generación hasta que las jirafas menos adaptadas (esto es, las de cuello corto) desaparecieron.
El punto problemático de la teoría era que se desconocía el mecanismo por el cual se transmitían las adaptaciones que tenían éxito. La solución a este problema estaba en las investigaciones realizadas por un monje y botánico austríaco, Gregor Mendel (1822-1884), quien descubrió que las características hereditarias se transmiten en unidades sencillas que denominó "factores" y que ahora conocemos como genes. Las leyes de Mendel, los conceptos de genotipo y fenotipo de Wilhelm Ludvig Johannsen y los descubrimientos de las mutaciones de Hugo de Vries llevaron a la elaboración de una teoría sintética inspirada en las líneas generales de los planteamientos de Darwin, que sería llamada Neodarvinismo y es aceptada hoy por la mayoría de los biólogos. Los cambios en la estructura genética de las especies son debidos a mutaciones en los genes que regulan la expresión de los caracteres corporales. Otro factor de cambio son los sobrecruzamientos que se producen entre los cromosomas en la meiosis, combinando caracteres distintos de cromosomas homólogos.
A la luz de tales aportaciones, la selección natural de Darwin puede ser reformulada de la siguiente manera: los individuos mejor adaptados a su entorno tienen más probabilidades de pasar sus genes a la siguiente generación que los demás miembros de una población. Hoy por hoy la teoría de la evolución es la única que responde a todos los hechos tanto genéticos como ecológicos y paleontológicos. La anatomía comparada ilustra muy bien las relaciones existentes entre las diversas especies y familias, comprobadas recientemente por métodos de análisis bioquímico.
El origen del hombre
Venciendo las largas vacilaciones basadas, sobre todo, en el temor a las polémicas a que la obra pudiera dar lugar, Darwin tardó once años en publicar El origen del hombre y la selección en relación al sexo (1871). En tal obra recogió sus apuntes relativos a un problema específico pero importantísimo de la evolución: el origen del hombre. Según Darwin, el estudio de las estructuras homólogas en el hombre y en los animales más bajos en la escala de la evolución zoológica y el análisis del desarrollo embriológico del hombre y de los fenómenos de atavismo conducen a la conclusión de que el hombre desciende de alguna forma menos altamente organizada, concretamente de un simioide, el cual, al igual que todos los vertebrados, tendría a su vez su origen remoto en algún ser acuático parecido a los ascidiáceos.
La dificultad mayor para admitir tal teoría está en el hecho de que el hombre se halla dotado de facultades intelectuales y de un sentido moral que faltan a los animales. De hecho, el mismo Alfred Wallace nunca creyó que la inteligencia humana pudiera ser fruto de la selección natural, sino que pensaba que el intelecto sólo podía haber sido creado por un poder superior (un dios). Pero Darwin rechaza este concepto y observa que el intervalo entre las potencias mentales de los monos más elevados y las de un pez es inmenso; por esto también la inteligencia del hombre, que no difiere sino en grado de la de los monos, es un producto de la evolución.
También los sentimientos morales son desarrollados, debido a la evolución, de instintos que se hallan en todos los animales. Consciente de que las conclusiones de esta obra serían consideradas como extremadamente irreligiosas, Darwin señala que explicar el origen del hombre como una especie que desciende de alguna especie más baja no es más irreligioso que explicar el origen del ser individual mediante las leyes de la reproducción. Las leyes de desarrollo del hombre son, para Darwin, idénticas a las de otros animales.
Las ideas del naturalista británico modificaron diametralmente las nociones acerca del origen y la evolución del hombre. Darwin refutó la arraigada creencia de que el hombre poseía un origen divino y demostró que los seres humanos eran el resultado de un proceso de evolución biológica. Opuso teorías científicas a las explicaciones de carácter teológico, hecho que tuvo un impacto considerable en la mentalidad de la época. El evolucionismo de Darwin provocó una enorme controversia en la sociedad decimonónica y dio lugar a encendidos debates. Consecuencia lógica de estas discusiones fue la puesta en cuestión de la visión antropocentrista de la naturaleza: si el hombre no era una creación divina, tal como afirmaban las creencias vigentes hasta el siglo XIX, no había razón para sostener que ocupaba un lugar central en el orden natural.

Gregor Mendel

(Johann Gregor o Gregorio Mendel; Heizendorf, hoy Hyncice, actual República Checa, 1822 - Brünn, hoy Brno, id., 1884) Monje y botánico austriaco que formuló las leyes de la herencia biológica que llevan su nombre; sus experimentos sobre los fenómenos de la herencia en los guisantes constituyen el punto de partida de la genética moderna.

Gregor Mendel
Su padre era un veterano de las guerras napoleónicas, y su madre, la hija de un jardinero. Tras una infancia marcada por la pobreza y las penalidades, en 1843 Johann Mendel ingresó en el monasterio agustino de Königskloster, cercano a Brünn, donde tomó el nombre de Gregor y fue ordenado sacerdote en 1847.
Residió en la abadía de Santo Tomás (Brünn) y, para poder seguir la carrera docente, fue enviado a Viena, donde se doctoró en matemáticas y ciencias (1851). En 1854 Mendel se convirtió en profesor suplente de la Real Escuela de Brünn, y en 1868 fue nombrado abad del monasterio, a raíz de lo cual abandonó de forma definitiva la investigación científica y se dedicó en exclusiva a las tareas propias de su función.
El núcleo de sus trabajos (que comenzó en el año 1856 a partir de experimentos de cruzamientos con guisantes efectuados en el jardín del monasterio) le permitió descubrir las tres leyes de la herencia o leyes de Mendel, gracias a las cuales es posible describir los mecanismos de la herencia y que serían explicadas con posterioridad por el padre de la genética experimental moderna, el biólogo estadounidense Thomas Hunt Morgan (1866-1945).
En el siglo XVIII se había desarrollado ya una serie de importantes estudios acerca de hibridación vegetal, entre los que destacaron los llevados a cabo por Kölreuter, W. Herbert, C. C. Sprengel y A. Knight, y, ya en el siglo XIX, los de Gärtner y Sageret (1825). La culminación de todos estos trabajos corrió a cargo, por un lado, de Ch. Naudin (1815-1899) y, por el otro, de Gregor Mendel, quien llegó más lejos que Naudin.
Las tres leyes descubiertas por Mendel se enuncian como sigue: según la primera, cuando se cruzan dos variedades puras de una misma especie, los descendientes son todos iguales; la segunda afirma que, al cruzar entre sí los híbridos de la segunda generación, los descendientes se dividen en cuatro partes, de las cuales tres heredan el llamado carácter dominante y una el recesivo; por último, la tercera ley concluye que, en el caso de que las dos variedades de partida difieran entre sí en dos o más caracteres, cada uno de ellos se transmite con independencia de los demás.
Para realizar sus trabajos, Mendel no eligió especies, sino razas autofecundas bien establecidas de la especie Pisum sativum. La primera fase del experimento consistió en la obtención (mediante cultivos convencionales previos) de líneas puras constantes y en recoger de manera metódica parte de las semillas producidas por cada planta. A continuación cruzó estas estirpes, dos a dos, mediante la técnica de polinización artificial. De este modo era posible combinar, de dos en dos, variedades distintas que presentan diferencias muy precisas entre sí (semillas lisas-semillas arrugadas; flores blancas-flores coloreadas, etc.).

Gregor Mendel
El análisis de los resultados obtenidos permitió a Mendel concluir que, mediante el cruzamiento de razas que difieren al menos en dos caracteres, pueden crearse nuevas razas estables (combinaciones nuevas homocigóticas). Pese a que remitió sus trabajos con guisantes a la máxima autoridad de su época en temas de biología, W. von Nägeli, sus investigaciones no obtuvieron el reconocimiento hasta el redescubrimiento de las leyes de la herencia por parte de Hugo de Vries, Carl E. Correns y E. Tschernack von Seysenegg, quienes, con más de treinta años de retraso, y después de haber revisado la mayor parte de la literatura existente sobre el particular, atribuyeron a Johan Gregor Mendel la prioridad del descubrimiento.
Las leyes de Mendel
Las leyes mendelianas de la herencia establecen la forma en que se transmiten ciertos caracteres de los seres orgánicos de una generación a otra. Mendel formuló estas leyes a partir de una serie de experimentos realizados entre 1856 y 1865 que consistieron en cruzar dos variedades de guisantes y estudiar determinados rasgos: el color y la ubicación de las flores en la planta, la forma y el color de las vainas de guisantes, la forma y el color de las semillas y la longitud de los tallos de las plantas.
El método que utilizó Mendel fue transferir el polen (células sexuales masculinas) del estambre (órgano reproductor masculino) de una planta de guisantes al pistilo (órgano reproductor femenino) de una segunda planta de guisantes. Como ejemplo de estos experimentos, supongamos que se recoge el polen de una planta de guisantes con flores rojas y se fecunda con él una planta de guisantes con flores blancas. El objetivo de Mendel era saber de qué color serían las flores de la descendencia de estas dos plantas.
En una segunda serie de experimentos, Mendel estudió los cambios que se producían en la segunda generación. Es decir, supongamos que se cruzan dos descendientes del primer cruzamiento rojo/blanco. ¿Qué color tendrían las flores en esta segunda generación de plantas? Como resultado de sus investigaciones, Mendel definió tres leyes generales sobre la forma en que se transmiten los rasgos de una generación a la siguiente en las plantas de guisantes.
La primera ley de Mendel es denominada ley de los caracteres dominantes o de la uniformidad de los híbridos de la primera generación filial. Si se cruza una línea pura de guisantes de semilla lisa con otra de semilla rugosa, los individuos de la primera generación filial o F1 son todos uniformes; en este caso se parecen todos a uno de los progenitores, el de semilla lisa. El mismo Mendel denominó dominante al carácter que prevalece en el híbrido, y recesivo al que no se manifiesta en él. Posteriormente se vio que la dominancia es un hecho común pero no universal. Muchas veces hay herencia intermedia, porque los híbridos presentan un aspecto intermedio. En otros casos, la situación es de codominancia.
La segunda ley es la ley de la segregación. Si se plantan las semillas de los híbridos de la primera generación filial (F1) y se deja que se autofecunden, se obtiene la segunda generación filial o F2, pudiéndose observar que la proporción entre lisas y rugosas es de 3:1, en el caso de monohibridismo con dominancia. Dicho de otro modo, aparecen en la generación siguiente tres cuartas partes de la descendencia con el carácter dominante (semilla lisa) y una cuarta parte con el carácter recesivo (semilla rugosa). En los casos de monohibridismo con herencia intermedia y de codominancia hay tres tipos de individuos similares a un progenitor, en la proporción de 1:2:1.

Segunda ley de Mendel: con dominancia (izq.) y con herencia intermedia (der.)
En la época de Mendel no se conocía la biología molecular; lo que en la actualidad se denomina gen es lo que Mendel en su día denominó factor hereditario: una unidad biológica responsable de la transmisión de rasgos genéticos. Mendel supuso que los caracteres alternativos están determinados por estos "factores hereditarios", que se transmiten a través de los gametos, y que cada factor puede existir en dos formas alternativas o alelos (liso/rugoso, rojo/blanco...); supuso asimismo que cada individuo posee dos genes para cada carácter. Se denomina homocigoto al individuo que tiene dos alelos idénticos para un determinado carácter, y heterocigoto al que los tiene distintos. De la reaparición de los caracteres de los progenitores en la segunda generación, Mendel concluyó la ley de la segregación, que postula que los dos factores (genes) para cada carácter no se mezclan ni fusionan de ninguna manera, sino que se segregan en el momento de la formación de los gametos.
La tercera ley, llamada ley de la transmisión independiente o de la independencia de los caracteres, postula que los genes para distintos caracteres se heredan de forma independiente. Puede servir de ilustración el experimento en que Mendel cruzó plantas de semillas lisas y amarillas y plantas de semillas rugosas y verdes. Después de una primera generación filial en que todos los individuos híbridos son uniformes porque repiten las características del progenitor doble dominante, la segunda generación se compone de cuatro clases de individuos (liso y amarillo, liso y verde, rugoso y amarillo, y rugoso y verde) en una proporción de 9:3:3:1. Esta ley se deriva del hecho de que Mendel estudió, sin saberlo, caracteres libres; no tiene valor universal, porque muchos caracteres están ligados a otros y su segregación no es independiente, como puede constatarse para los caracteres diferentes que encierra un mismo cromosoma.
La aplicación de las tres leyes de Mendel permite predecir las características que presentará la descendencia de progenitores de composición genética conocida. Supongamos una planta de guisantes en la que ambos alelos del gen para el color de la flor llevan el código rojo. Una manera de representar esta situación es escribir RR, lo que indica que ambos alelos (R y R) tienen el código de color rojo. Sin embargo, otro gen podría tener una combinación diferente de alelos, como ocurre en Rr. En este caso, R significa color rojo, y r "color no rojo" o, lo que es lo mismo, "color blanco"; la flor será roja porque, por la primera ley, el carácter dominante se impone al recesivo.

Fuente: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/darwin/evolucion.htm