EL
HELENISMO. EL GIRO.
Es una práctica habitual dividir la filosofía griega
en dos periodos correlativos: la filosofía griega clásica y la filosofía
helenística. Según esta división el periodo clásico comienza con Tales y se
extiende hasta la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a de C., y el segundo
periodo, el helenístico abarca desde ese año hasta el final de la República romana, en el
año 31 a
de C.
La época helenística fue un periodo de profunda
crisis, motivada por diversos factores, entre los cuales se pueden considerar
como importantes: la fragmentación del extenso imperio de Alejandro Magno, la
desaparición de la polis (ciudad-estado en la que los ciudadanos participaban
directamente en la toma de decisiones políticas) como lugar autónomo, una fuerte
recesión económica, etc. Factores que provocaron un giro decisivo en el hombre
helenístico, que se va alejando de las cuestiones cívicas para volverse más
hacia sí mismo.
Los filósofos buscan otros caminos para conseguir que
el individuo pueda ser feliz al margen de la colectividad.
Todos ellos tienen en común una nueva forma de ver y
de relacionarse con el mundo, desde el convencimiento del hombre solo,
autosuficiente, que ya no siente ninguna preocupación por lo social, porque al
desaparecer la polis asume que es inútil intervenir en tan vastos territorios,
y se siente desarraigado y cosmopolita.
LAS ESCUELAS.
Las
escuelas de la sospecha.
El periodo helenístico se caracteriza por la extensión
del mundo y la cultura griega debido a las conquistas de Alejandro Magno. A las
escuelas que surgen en este periodo se las ha llamado, a veces, escuelas de
felicidad, porque lo que buscan es precisamente conseguir la felicidad y
compartirla con todos aquellos que se acerquen por sus escuelas.
Las primeras, cronológicamente hablando, son las
socráticas menores como la escuela cínica fundada por Antístenes y Diógenes,
quien toma la provocación y el atrevimiento por algo habitual, para conseguir
la ataraxía (la ausencia de perturbaciones) mediante el ejercicio y la ascesis
(vida austera y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud. ). La escuela cirenaica, de Arístipo de Cirene, basada en las
sensaciones, sobre todo en el placer, por lo que reciben también el nombre de
hedonistas. Estas escuelas son una muestra de la vitalidad del pensamiento de
Sócrates, transmitido e interpretado por una serie de gentes inquietas.
A pesar de lo poco que se sabe de estas escuelas, su
importancia en aquella época fue notable, y además parte de su filosofía y de
sus actitudes pasaron a las escuelas posteriores, más evolucionadas como fueron
escépticos, estoicos y epicúreos. Además en esta época seguían funcionando la
academia de Platón y el liceo de Aristóteles.
CÍNICOS.
El cinismo es una de las manifestaciones más radicales
de la filosofía y también de las más incomprendidas. Los cínicos consideran que
la forma de vivir es parte fundamental de la filosofía e inseparable de su
manera de pensar.
El cinismo es una filosofía teórica y una práctica,
pero también una forma de vida, aunque esta característica se empezó a perder
enseguida, es una filosofía que pretende alcanzar la felicidad mediante la
sabiduría y la ascesis. Uno de los rasgos que diferencia al cinismo de otros
movimientos es precisamente la importancia que dan a la ascesis, la práctica
continua del ejercicio mental y físico, como camino para conseguir un estado de
ánimo apropiado para alcanzar la autosuficiencia, que les libere de los
imprevistos y les endurezca para permanecer impasibles ante "adversarios
existenciales" como el hambre, el frío o la pobreza, que no dependen de
ellos. Esta actitud les emparentaba con el estoicismo, aunque su desvergüenza
les volvía a alejar.
El nombre de cínicos tiene dos orígenes diferentes
asociados a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía
enseñar, que era un gimnasio llamado Cinosarges, que se puede traducir como el
perro blanco o el perro veloz. El segundo origen tiene que ver con
comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros,
por lo cual la gente les apodaba con ese nombre (kinicós). Está comparación
viene por el modo de vida que habían elegido estos personajes, por su idea
radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones
y los modos de vida sociales. Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía
dar una respuesta individual a la incertidumbre que se vivía en este periodo de
crisis cultural, manifestando su malestar y descontento, y también librarse de
los caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad. Este
camino no era fácil así que se necesitaba un entrenamiento, una disciplina para
a conseguir una plena autonomía moral y a ser posible también física. Era característico
de los cínicos la trasgresión continua, tanto de los valores tradicionales,
como de las normas sociales.
Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los
animales, los adoptaron como ejemplos de autosuficiencia y basándose en ello
propusieron un modelo de comportamiento ético que consideraban fundamental para
alcanzar la felicidad, aunque esto sólo era posible mediante una rigurosa
disciplina física y mental. Proponen la necesidad de la autoafirmación
individual frente a una sociedad alienante y coaccionadora.
El sabio cínico considera que para alcanzar la
felicidad es necesario la libertad, la autosuficiencia y el desapego. Los
cínicos no estaban dispuestos a conceder que la felicidad dependiera de
cuestiones ajenas a sí mismos, la libertad está en el centro de la forma de
pensar cínica y se refiere a la libertad de acción y a la libertad de expresión.
Una parte importante de la tradición cínica se ha
transmitido en forma de anécdotas, lo cual no es de extrañar considerando
cierta aversión por la escritura de algunos de sus miembros, y la importancia
de las performances o acciones públicas características de los
cínicos. Hay varias colecciones de estas anécdotas, algunas de las cuales
fueron recopiladas por Diogenes Laercio en su libro.
Las acciones más representativas son las atribuidas a
Diógenes, tales como masturbarse o defecar en público, mear encima de alguien,
escupir a la gente o hablar en favor del incesto y del canibalismo. Sin embargo
todos estos hechos solo tienen validez porque son actos deliberados de protesta
contra las costumbres sociales y morales y porque los cínicos primitivos creían
que era una forma de enseñanza realizada mediante el ejemplo personal y
comprometido.
Antístenes (444 a . C.- 365 a . C)
Antístenes fue el prototipo de sabio austero y solitario, con
una confianza radical en el ser humano individual y una desconfianza total en
las instituciones de cualquier clase.
El
cambio es tan radical que se manifiesta también externamente, viste ahora un
manto, un zurrón y un bastón, indumentaria que se convierte en el uniforme del
cínico. Prescinde de una manera decisiva de todo lo que no puede llevar encima,
con la intención de librarse de los caprichos de la fortuna y regir su propio
destino. El objetivo es alcanzar la felicidad y esto se consigue si uno depende
solo de sí mismo. Lo fundamental para el cínico es la autarquía (autosuficiencia, dominio de sí mismo.), es decir la
independencia de todo condicionamiento exterior, la autosuficiencia, que puede
aprenderse pero que requiere un esfuerzo. En cierta ocasión afirmó que la mayor
dicha era sin duda, morir feliz.
Antístenes
vivía según su propia ley, la que él mismo eligió para sí, de acuerdo con la
areté (grandeza y virtuosismo) personal de ánimo que libremente asumió. Las
leyes establecidas, las convenciones sociales no eran para este sabio, que como
todos los cínicos despreciaba las normas, las instituciones, las costumbres y
todo lo que representa una atadura para el hombre. Predicaba una vuelta a la
naturaleza como revulsivo a la domesticación social y cultural que se imponía
en las ciudades.
Cuando
le preguntaron qué es lo que había aprendido de la filosofía, respondió: “ser
capaz de hablar conmigo mismo”.
Al
preguntarle qué cosa era lo mejor para los hombres, dijo: “Morir felices”.
Decía
que por todo equipaje se debería llevar sólo el que en caso de naufragio,
pudiera nadar con él.
”Hay que prestar atención a nuestros enemigos,
porque son los primeros en descubrir nuestras debilidades”.
”La virtud del hombre y de la mujer son la
misma”.
Diógenes de Sinope ( 412-323 a
C)
La figura de Diógenes enseguida pasó
a ser una leyenda de provocación y la imagen del sabio cínico por excelencia,
de aspecto descuidado, burlón y sarcástico.
Su forma de vida perruna, su estilo agresivo, su
comportamiento siempre en contra, le diferencian sin confusiones. Vivía en un
tonel, buscaba a plena luz del día con un candil, nada menos que al hombre, se
masturbaba en público, comía carne cruda, escribía libros a favor del incesto y
del canibalismo. Si alguien es el prototipo de transgresor, ese es Diógenes de
Sinope.
Cuentan que un buen día decidió consultar al oráculo y
recibió como respuesta "invalidar la moneda en curso", que como todas
las respuestas de los oráculos era enigmática. Dicha respuesta tenía al menos
tres sentidos: falsificar la moneda, modificar las leyes o transmutar los
valores. Diógenes no quiso elegir e hizo las tres cosas, el resultado fue la
expulsión y el destierro de Sinope. “Ellos me condenan a irme y yo les condeno
a ellos a quedarse”, fue su irónico comentario. Optó por llevar una vida
austera y adoptó la indumentaria cínica, como su maestro.
Desde sus comienzos en Atenas mostró un carácter
apasionado, llegando Platón a decir de él, que era un Sócrates que había
enloquecido. Pone en práctica de una manera radical las teorías de su maestro
Antístenes. Lleva al extremo la libertad de palabra, su dedicación es criticar
y denunciar todo aquello que limita al hombre, en particular las instituciones
La leyenda cuenta que se deshizo de todo lo que no era
indispensable, incluso abandonó su escudilla cuando vio que un muchacho bebía
agua en el hueco de las manos.
Cuenta una anécdota que Alejandro Magno dijo en cierta ocasión, que de no haber sido Alejandro, le hubiera gustado ser Diógenes. Una vez, que estaba tomando el sol, se paró frente a él Alejandro y le dijo: pídeme lo que quieras. Diógenes contestó: “Apártate a un lado que me quitas el sol”. Esta anécdota pretende reflejar claramente que el sabio no necesita nada de los poderosos, que está por encima de las riquezas materiales y de la ambición del poder. Esta actitud crea una radical separación con los políticos. Todo esto es posible pero se necesita un duro entrenamiento (ascesis).
Cuenta una anécdota que Alejandro Magno dijo en cierta ocasión, que de no haber sido Alejandro, le hubiera gustado ser Diógenes. Una vez, que estaba tomando el sol, se paró frente a él Alejandro y le dijo: pídeme lo que quieras. Diógenes contestó: “Apártate a un lado que me quitas el sol”. Esta anécdota pretende reflejar claramente que el sabio no necesita nada de los poderosos, que está por encima de las riquezas materiales y de la ambición del poder. Esta actitud crea una radical separación con los políticos. Todo esto es posible pero se necesita un duro entrenamiento (ascesis).
Cuando fue puesto a la venta como
esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer, contestó "Mandar, mira
a ver si alguien quiere comprar un amo".
Cuando le invitaron a la lujosa
mansión le advirtieron de no escupir en el suelo, acto seguido le escupió al
dueño.
Iba por la calle en pleno día, con
la lámpara encendida, diciendo "Busco un hombre".
En cierta ocasión que se masturbaba
en medio del ágora, comentó: "Ojalá fuera tan fácil librarse del hambre,
frotándose la tripa".
En un banquete, algunos para hacerle
una broma le echaron huesos como si fuera un perro, el fue y les meó encima,
como un perro.
Cuando le preguntaron cuál era el
vino que más le gustaba, dijo: "El de los demás."
En otra ocasión le preguntaron por
qué la gente daba limosna a los pobres y no a los filósofos, a lo que
respondió: "Porque piensan que pueden llegar a ser pobres, pero nunca a ser
filósofos".
Dijo que de la filosofía había
sacado el estar preparado para cualquier eventualidad.
Dijo también considerarse ciudadano
del mundo (cosmopolita).
Crates de Tebas (368 – 288 a . C.)
Crates era un ciudadano adinerado y
de buena posición social, que renunció a toda su fortuna para hacerse filósofo
cínico. Maestro de Zenón de Citio, el que luego fundara una de las tendencias
más importantes de la filosofía antigua, el estoicismo.
Crates, a diferencia de su maestro
(Diógenes), era un hombre amable y tranquilo, que le valió el sobrenombre de
"el filántropo", así como el de "abrepuertas" porque la
gente le llamaba a sus casas para pedirle consejo y charlar con él. Como todos
los cínicos predicaba la autarquía y la sencillez dando ejemplo con su vida y
sus actos, y aunque de estilo menos agresivo que sus predecesores, su actitud
es la misma que los demás.
Para Crates la filosofía le libera
de su esclavitud externa, en cuanto a la familia, la propiedad o las costumbres
sociales y le libera también de esclavitud interna, de sus opiniones,
manteniendo su radical libertad individual. Para conseguir vivir feliz, es
suficiente con lo mínimo, es esencial la frugalidad y la distancia con las
instituciones y las leyes. Crates escribió bastantes obras de literatura en las
que consiguió mantener un buen nivel y además las escribió casi siempre en
verso, sus obras consisten en una mezcla de poemas medio broma y medio serio, y
parodias que escondían mensajes éticos.
Pretendía propagar los principios de
Diógenes, de una manera atractiva, y probablemente de esta manera consiguió
llegar a una audiencia bastante amplia. Protagonizó uno de los escándalos más
curiosos de la filosofía antigua: su historia de amor con Hiparquia, filósofa
cínica como él.
Metrocles e Hiparquia (346 a . C.-300 a . C.) de Maronea.
Fueron dos hermanos que provenían de una familia rica
de Maronea.
Metrocles tuvo desde muy temprano inquietudes filosóficas,
poco más se sabe de su vida, salvo que por su mediación, su hermana Hiparquia
conoció a Crates del que se enamoró pero al principio este amor no fue
correspondido y ante esta situación le amenazó con suicidarse, al final y en
contra de las normas sociales de la época mantuvieron una relación cínica, que
incluía el mantenimiento de relaciones sexuales en público.
Hiparquia es una de las pocas mujeres filósofas de la
antigüedad (aunque no la única), y desde luego fue la única cínica. La dureza
de tener que abandonar todas sus pertenencias, vestir el manto cínico, llevar
una vida como la de sus compañeros y ser uno más no debió ser nada fácil, dadas
las costumbres de la época. Sin embargo su relación con su Crates, resultó ser
de lo más cordial y compartían todo de igual a igual, incluido la filosofía.
Onesícrito de Astipalea.
Su vida transcurrió aproximadamente entre los años -380 a -300. Acompaño a
Alejandro Magno en una expedición la
India , donde entró en contacto con los gimnosofistas hindúes,
a los que define como sabios o santones medio desnudos y a los que comparó con
los cínicos griegos.
ESCEPTICOS: NADA ES.
El
escepticismo antiguo es una forma de vida que el filósofo elige. No es
simplemente un discurso teórico, sino también una práctica de liberación
personal cuya finalidad es lograr alcanzar la felicidad. Para este propósito se
utilizan una serie de técnicas escépticas como son la suspensión
del juicio y la ataraxía.
Una vez conseguido esto, se produce una transformación en la visión del mundo y
en su relación con él, que podría definirse como indiferencia.
El
prototipo de sabio escéptico es su fundador Pirrón de Elide, cuya renuncia a
las cosas mundanas, su indiferencia y su forma de vivir causaron tal admiración
entre sus conciudadanos que según cuenta Diógenes Laercio, "por su respeto
se dió decreto de inmunidad a los filósofos".
"Nada
es más", este es el lema del movimiento escéptico: ninguna cosa es
más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor, ni peor. Después tratar de hacer
todo lo posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el resultado es
que ningún argumento resulta claramente definitivo para desvelar las
apariencias, por tanto lo más acertado es suspender el juicio, a partir de esta
decisión uno consigue liberarse de la inquietud. Esto da paso a una nueva forma
de ver el mundo, de relacionarse con la realidad y romper así las ataduras
dogmáticas.
El
escepticismo comparte una característica importante con otros movimientos de
esta época, y es que la actitud vital de sus miembros es tan importante como su
doctrina teórica. A grandes rasgos el escéptico después de examinar
cuidadosamente todas las proposiciones concluye que no hay ninguna verdad que
se pueda considerar definitiva, por lo que recomienda la suspensión de todo
juicio (epojé). Una vez suspendido el juicio, el siguiente paso es conseguir la
ataraxía, es decir, la serenidad de ánimo, la imperturbabilidad necesaria para
poder llegar a la felicidad. Pero la suspensión del juicio no quiere decir que
haya que abandonar toda investigación ni toda crítica.
Sképsis,
es la palabra griega que da origen al movimiento y significa hacer una
reflexión cuidadosa de lo que se observa, skeptikós son los que miran o
examinan cuidadosamente. El escepticismo tiene dos partes: una teórica, que es
una teoría del conocimiento, o epistemología, según la cuál no hay ningún saber
firme, y otra práctica, que es una actitud que consiste en no apegarse a
ninguna opinión, suspender el juicio y conseguir la ataraxía.
Periodos.
El
escepticismo antiguo puede dividirse en tres periodos, separados de una manera
relativamente más clara que en otras escuelas:
El pirronismo es el escepticismo más
antiguo, llamado así por la enorme influencia de su fundador Pirrón de Elide (
El
escepticismo
académico o medio, se llama académico porque sus miembros eran
filósofos que pertenecían a la
Academia platónica, algunos llegaron a dirigirla como es el
caso de Arcesilao, contemporáneo de Timón, que fue el primero en introducir el
escepticismo en la Academia
y de Carneades, que desarrolló una teoría probabilística del conocimiento.
Coincidieron en el tiempo algunos académicos y pirrónicos, aunque no había
mucha relación entre ambas tendencias.
La
escuela
escéptica, se puede considerar, en cierta forma, una
recuperación del pirronismo al cabo del tiempo, precisamente cuando terminó la
orientación escéptica de la
Academia. En esta etapa se distinguen varios periodos: el
periodo de los filósofos pirrónicos y el de los médicos, primeros empíricos y
luego metódicos. La recuperación de la orientación pirrónica fue iniciada por
Ptolomeo de Cirene y continuada después por Enesidemo de Cnosos. Sin embargo la
figura más importante de este periodo fue Sexto Empírico, cuya importancia es
mayor porque se han conservado un buen número de libros suyos donde expone
detalladamente aspectos importantes del escepticismo desde sus comienzos.
ESCEPTICISMO ANTIGUO O PIRRONISMO.
El
escepticismo como tendencia filosófica que origina una forma de pensar que
llega hasta nuestro días fue fundado por Pirrón de Elide y aunque muchos
manuales hablen de predecesores, los propios escépticos se consideraban
seguidores del filósofo Pirrón, de ahí el nombre de pirronismo con que se
conocía este movimiento. Es probable que algunas opiniones de Democrito o
Anaxarco, un cierto modo de pensar de los antiguos sofistas o la teoría del
conocimiento de los cirenaicos influyesen de alguna manera en Pirrón, pero el escepticismo
tal y como lo conocemos tuvo su origen en las propias elaboraciones del
filósofo.
Pirrón
de Elide. (365/-360 a de C. 275/270 a de C. aprox.).
Nació
en Elide, en el Peloponeso, es considerado el fundador del movimiento escéptico
y es uno de esos personajes de los que se puede decir que su forma de vivir es
inseparable de su forma de pensar, siendo la indiferencia su cualidad más
característica. Pirrón no escribió nada y prefirió vivir en la pobreza, según
Diógenes Laercio también fue pintor y cuenta que seguía hablando a los que
venían a sus charlas, aunque ya se hubieran ido todos, dando a entender con
esto su completa indiferencia y su impasibilidad. Sus enseñanzas eran
totalmente orales, conforme a la costumbre de algunos filósofos de esta época,
afortunadamente su discípulo Timón de Fliunte, recogió por escrito sus teorías.
Simpatizó
con el cinismo y participo en la expedición de Alejandro Magno a la India. En esta
expedición tomo parte también Anaxarco de Abdera de quien aprendió dialéctica y
según nos dice Diógenes Laercio, ambos frecuentaron la compañía de los
gimnosofistas y de los magos hindúes.
Según
su discípulo Timón, Pirrón declaraba que las cosas eran igualmente
indiscernibles, inconmensurables e indeterminables, por esta razón no debemos
fiarnos de los sentidos ni hacer juicios. Con esta actitud se consigue no hacer
afirmaciones que pueden dar lugar a la preocupación y es, por tanto, una forma
de librarse de la inquietud. Una cuestión más polémica es que para Pirrón la
suspensión del juicio no afecta solo a las cuestiones materiales, sino también
a las concepciones morales, pero es aquí sobre todo donde se consigue la
liberación de la inquietud. Con esta disposición de ánimo podremos llegar a no
pronunciarnos sobre nada y conseguir la ataraxía o serenidad de espíritu.
Dado
que Pirrón no escribió nada, la mayor parte de lo que conocemos de él procede
de su discípulo Timón de Fliunte, de los testimonios de Diógenes Laercio y de
algunos comentarios de Cicerón y de Sexto Empírico en sus libros. Además de
Timón de Fliunte, también fueron discípulos suyos Hecateo de Abdera, Filón de
Atenas y Nausífanes de Teo (quien a su vez fue maestro de Epicuro).
La
principal inquietud que motiva el pensamiento de Pirrón es de carácter moral y
se centra en la manera de conseguir la felicidad, para ello intenta establecer
los criterios que deben dirigir el pensamiento para conseguirlo. Pero la
realidad está en contra de lo que percibimos por los sentidos y por tanto
existe una imposibilidad de conocer la verdadera naturaleza de las cosas, ya
que nuestros conocimientos proceden de la sensación, que no aporta el verdadero
conocimiento de las cosas ya que al ser cambiante, tan sólo nos proporciona
meras apariencias. De esto hay que concluir que la creencia de que podemos
conocer las cosas tal como son realmente no tiene fundamento, ni se puede creer
que ninguna opinión sea realmente verdadera.
Al
no tener ninguna seguridad en sus juicios, el sabio no se pronuncia y practica
una epojé o suspensión del juicio, por esto es necesario la imperturbabilidad
del sabio o ataraxia, lo que consideraba el único criterio para conseguir la
felicidad.
En las cuestiones sociales , Pirrón
opinaba que era mejor seguir las normas de conducta establecidas, no porque
sean mejores o peores que otras, cosa que no podemos saber, sino por una simple
cuestión práctica, pero en su conducta el sabio no se deja impresionar por las
cosas externas, ya que la felicidad sólo se consigue por la ataraxia. Como en
el caso de los cínicos, la filosofía de Pirrón es sobre todo un ejercicio
filosófico de transformación del modo de vivir, para conseguir un estado de
ataraxia o serenidad de espíritu.
EPICUREISMO. UNA FILOSOFÍA MALDITA.
La
filosofía de Epicuro es como la de cínicos y escépticos una filosofía
transgresora, un ejercicio de liberación individual, que mediante la autarquía
(autosuficiencia) y la ataraxía (serenidad de ánimo) pretende alcanzar un
estado de felicidad. Sin embargo dentro de estos rasgos comunes hay diferencias
notables entre ellos. Al menos se diferencian en la importancia de cosas como
la ciencia o el placer, Epicuro cree que es necesario el conocimiento
científico de la realidad para conseguir las metas que se propone y además para
éste filósofo la felicidad está estrechamente relacionada con el placer
(hedone).
Comparte
con cínicos y escépticos la visión de la filosofía como actividad, la creencia
en el individuo sobre la colectividad, la desconfianza en las instituciones y
el poder y el descrédito de la moral tradicional.
Epicuro
cree que para conseguir la felicidad es fundamental liberarse de temores
irracionales, creencias erróneas y vanas esperanzas, para lo cual resulta de
suma importancia el conocimiento científico que permite conocer la realidad.
Pero también es importante abandonar la Paideia , la educación tradicional de la Grecia clásica, porque
trasmite unos valores que no conducen a la felicidad y además provocan el
miedo.
Sabiduría
y felicidad son las dos cosas a que aspira esta filosofía, mediante la ataraxía
que es el estado del que se ha liberado del temor a la muerte y a los dioses y
ha logrado una tranquilidad de espíritu.
La filosofía de Epicuro se basa en cuatro principios
fundamentales que son remedios (farmakon) para una vida feliz:
No hay ningún motivo para temer a los dioses, porque
no pueden llegar a nosotros de ninguna manera, ni para ayudarnos, ni para
castigarnos, por tanto ni los temores ni las plegarias tienen ninguna utilidad.
No hay tampoco motivo para temer a la muerte, porque
no es nada para nosotros, mientras vivimos no está presente y cuando está
presente nosotros ya no estamos.
El dolor y el mal son fáciles de evitar. Ningún
sufrimiento dura mucho tiempo y cuanto más agudo menos tiempo permanece.
El placer y el bien son fáciles de conseguir. Donde
hay placer no hay pesar ni sufrimiento
Epicuro
distingue entre el placer catastemático es un estado físico que se caracteriza
por la ausencia de dolor en el cuerpo o aponía, y por la ausencia de
perturbaciones en el espiritu o ataraxía. El placer cinético es el placer de
los sentidos en el proceso de eliminación del dolor. Epicuro considera
superiores a los placeres catastemáticos o en reposo ya que es un estado
necesario para alcanzar la felicidad, mientras que los placeres en movimientos
son necesarios también pero para alcanzar el estado de placer catastemático.
Considera que los males del alma son
más penosos que los del cuerpo, pero también los placeres del alma son
superiores, en esto se diferencia de los cirenaicos, y que los dolores del cuerpo
son más fáciles de eliminar que los del alma. Los males del alma están causados
por la ignorancia y los temores que producen las falsas opiniones y las
creencias erróneas, que perturban nuestro espíritu. En esto la sociedad y la
educación tienen bastante culpa ya que fomentan dicho estado. Epicuro afirma
que el bien consiste en buscar el placer y huir del dolor.
La amistad (philía) es una palabra que indica un
vínculo afectivo, y tiene una larga tradición en Grecia desde tiempos de
Homero. Epicuro hace de la amistad algo muy especial que se puede apreciar en
sus escritos y en la actitud que había en sus escuelas y sobre todo en el
"jardín", que estaba formado por una comunidad de amigos de igual a
igual, independientemente de todo lo demás, recordemos que esta comunidad había
mujeres, cosa no muy habitual, prostitutas o esclavos.
Epicuro hace de la amistad uno de los puntos más
importantes de la felicidad, porque la amistad es una de las cosas que más
placer nos proporciona. Rechaza la vida política y social como negativo para
mantener la serenidad, pero mantiene la necesidad de la amistad para conseguir
la ataraxía, incluso cuando pueda haber momentos de turbación por el
sufrimiento de un amigo. La amistad es el único caso en que se puede permitir el
altruismo, incluso el sacrificio de la propia vida por un amigo, sostiene que
es dulce para el sabio soportar el dolor y la muerte por un amigo. Escribió que
es más placentero dar que recibir.